6._Vivo

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El gran día había llegado y en toda la comarca había una gran expectación por el cumpleaños del rey,donde el pueblo entero sabía sería presentado el autómata pianista. Todos querían ver ese espectáculo.

Shin estaba en su habitación poniéndose ese traje acondicionado para hacerlo ver como un muñeco, mientras pensaba en Olimpia. No quiso herirla,pero lo logró. Era sólo una niña y él,en su egoísmo,la hizo mujer en demasiados sentidos y de un modo horrible ¿Qué tan mal podía estarse sintiendo Olimpia? No podía ni quería imaginarlo. Su padre había enviado una docena de hombres para buscarla y Shin esperaba dieran pronto con su paradero.Por más que quería ir  en su búsqueda también,había algo urgente que atender y él sabía dar muy buen orden a sus prioridades.

El Lord Cuidador o como lo llamaban en la iglesia: Daishinkan,era un hombre de baja estatura,pero con un porte y carácter que eran capaces de dominar a cualquiera. Una mujer desconsolada no le represento ningún problema. Después de escuchar la terrible tragedia por la que estaba pensando Olimpia,se comportó casi como un padre con ella. La muchacha se durmió al amparo de un abrazo suyo.Por la mañana despertó sola y tendida en una blanca cama,de cara a una amplia ventana. Iba a levantarse cuando una mujer entró corriendo en la habitación y se subió a la cama para abrazarla. Todavía medio dormida, Olimpia se sorprendió de ver allí a su dama,que le acariciaba y besaba la cara,aliviada de verla bien y a salvó. Desde la puerta,el Lord Cuidador las observaba con una mirada contemplativa.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó Olimpia a la mujer.

-El Lord Cuidador envío por mi a la casa de su padre. Hay algo que tú y yo tenemos que hacer antes de la fiesta.

-¿Algo que hacer?-le preguntó Olimpia con una ingenua expresión.

La dama le explicó el asunto de la mejor forma que pudo y pese a que la muchacha no estaba muy de acuerdo,aceptó participar en aquella extraña idea.

La noche llegó acompañada de una enorme y luminosa luna llena,tan blanca como una mota de algodón. El desfile de cortesanos a palacio era un carnaval de estrambóticos atuendos llenos de color como de pesados accesorios de metal y piedras preciosas. El salón de la fiesta parecía un escenario montado por un artista con mucho presupuesto y una peculiar imaginación. A dónde quiera que se mirase habian muñecas de todos los tamaños y de todos los orígenes posibles. Algunas eran delicadas y finas,otras eran tiernas y pequeñas. Altas,gordas, delgadas,negras y blancas,unas vestidas como damas,otras como campesinas,muchas con rasgos tan reales que parecían vivas. Entre todas había una sentada en un columpio a tres metros del piso,vestida con un atuendo blanco que sólo podía ser prenda de un ángel. Su vestido era de la seda y tul más finos,sus encajes hechos a mano,el moño en su espalda formaba unas altas y suaves alas que enmarcaban la pequeña y esbelta figura de larga cabellera rubia,como trigo maduro. Sin embargo, el rostro de tan exquisita obra de arte estaba escondido detrás de un antifaz. Cómo el vestido era de tirantes sobre el hombros,estos y los codos de la muñeca estaban al descubierto,por lo que el público podía apreciar las articulaciones de esta y asombrarse con ella. Se decía que fue un regalo para el rey.

Los invitados bailaron,comieron y bebieron con la beña de su alteza el rey Zen, quién parecía un niño de unos ocho años,sólo que de un aspecto bastante peculiar. Era mucho mayor. Incluso más viejo que el Lord Cuidador,pero nació con una extraña enfermedad que lo atrapó en ese cuerpo de infante. Curiosamente su conducta respondía también a la de un niño, aunque nada tenía que ver con su mal. Era como si hubiera decidido comportarse de ese modo nada más. Papel en el que se encarnó de tal modo que muchas de sus decisiones eran caprichosas,demandantes y crueles. Aquello lo hizo temido de una forma casi irracional,
pues no eran pocas las historias en que muchos encontraron su muerte por una ocurrencia infantil del monarca,quién esa noche,como era el protocolo, inicio el baile siendo el primero en bailar,pero no fue con una muchachita o una niña como solía hacer.Esa noche la corte y demás invitados lo vieron danzar con una muñeca. La del columpio,que fue bajada por sus guardias.

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