Día 1... Él.

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Eran las cinco treinta de la mañana y él, aquel chico tímido y guapo, se preparaba para ir a la escuela. Se levantaba temeroso y angustiado, le aterraba regresar a la escuela.
Su mamá tan dulce y gentil le planchaba su uniforme para que él se viera más guapo de lo que era, pero a él no le gustaba ya que los demás niños se reían de él.
Se sentó a desayunar junto con su hermana melliza, quién tenía doce años de edad. Ambos se lanzaban miradas traviesas y jugaban con su desayuno.
Durante el camino para ir a la escuela él iba con la mirada baja pensando en que sería un día igual de monótono que todos los demás.
Entró a la escuela con lentitud, dejó a su hermana en su salón y caminó hacia el suyo, entró lentamente y con la mirada en el suelo por miedo a que sus compañeros se burlaran de su forma de pensar.
Ese día, como todos los demás, no participó en clase ni opinó sobre los temas de conversación de sus amigos. Él sólo de dedicaba a observar el comportamiento de los demás alumnos, no lo hacía por criticar más bien lo hacía por entender el porqué se comportaban así.
En el momento en el que él observaba un profesor lo hizo pasar al frente del salón, se levantó con miedo e inseguridad, no le gustaba pasar, no quería hablar, se creí malo haciendo eso. Respiro profundo y llegó adelante, donde su profesor lo esperaba cruzado de brazos. Éste lo miró fijamente y le hizo pregunta, él chico respondió incorrectamente pero no porque no supiera la respuesta correcta, sino, porque su inseguridad hizo que respondiera eso. Sus compañeros se burlaron de su respuesta y él se sentó en su lugar escondiendo su cara para que no lo vieran.
En el receso ese chico, tierno y simpático, salió con sus amigos. Con ellos se sentía un poco mejor; se podía reír y pasar momentos agradables. Eran las únicas personas que lo aceptaban pero aún así él tenía un poco de miedo.
Al fin el día escolar había terminado, salió rápidamente y espero a su hermana en la puerta principal de la escuela. Cuando ella salió caminaron juntos y comenzaron a hablar de su día.

-Mi día estuvo estupendo.- decía su hermana.
-¿En serio?- preguntaba él con interés. Prefería escuchar a su hermana que hablar sobre su día.
-Sí. Conocí a una chica nueva.
-Que bien, me alegra- dijo sonriendo levemente.

Siguieron caminando por la acera lentamente, de repente su hermana giro su cabeza, sonrió y extendió su mano haciendo un ademan de saludo. Él volteó con ternura y timidez, miro al otro lado de la calle y vio a esa chica sonriente y hermosa saludando a su hermana. Él quedó maravillado ante su belleza y resplandor, no podía creer que tanta belleza existiera en sus ojos, esa sonrisa tan grande y explendorosa que cautivó su mirada. En ese momento aquel chico, tan guapo, quedó enamorado y su día se mejoró. No paraba de pensar en ella y de sonreír. Sentía que era alguien nuevo pues estaba decidido a enamorarla y dar todo de él para que ella fuera su pareja eterna.

El amor que no es amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora