Todo comenzó con el pie izquierdo... O un paso mal dado y un elegante vestido enganchado en una silla de rueda.
Sakura lleva el nombre de los árboles de cerezo del país de su padre. Los hermanos de Cherry le regalaron ese apodo junto con una peluca...
Me prohibieron volver a ver a Cherry o a cualquiera de los chicos. Incluyendo a Mariana. Mi padre apenas pudo detenerla de ir a hablar con las autoridades del colegio y armar un escándalo.
A veces pensaba que un escándalo hubiera sido mejor que el gélido silencio que se estableció alrededor de mí.
El lunes siguiente a la noche de la revelación, la preceptora me hizo cambiar de asiento, lejos de Mariana. Ella me miró extrañada cuando, con resignación me moví de lugar sin chistar.
En el recreo ella intentó hablar conmigo, pero la esquivé obedientemente.
Durante la segunda clase, una compañera me pasó un papelito por debajo de los bancos. Con la letra redondeada de Mariana decía:
¿Qué pasa? ¿Estás enojada conmigo? :(
Cerré los ojos con fuerza y dejé caer la cabeza sobre la mesa. Odiándome. Ella no se merecía a una amiga de mierda como yo.
Tomé una porción de una hoja y escribí en él a modo de telegrama:
Les conté a mis padres. Salió mal. Castigada sin amigos y sin celular.
Y abajo agregué:
Pedile detalles a Touma.
Obviamente, mis padres no sospechaban que él tenía los números de las chicas. Al menos esperaba que él pudiera seguir en contacto con Mariana.
Y en un pequeño espacio que quedaba, escribí:
Lo siento.
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