Capítulo III: El heraldo se convierte en caballero

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Lumine y Paimon llegaron esa misma noche al Banco del Reino del Norte, Paimon aún iba disgustada porque la última palabra la tomo la aventurera y realmente no le daba muy buena espina aquel fatui con el que se reunirían.

—Paimon sigue pensando que es un truco para atraparnos—alegaba la compañera mientras subían las escaleras hacia el banco.

—No tenemos nada que perder, además, con el último accidente es más probable que terminemos capturadas por el gobierno, y específicamente ¿por qué nos atraparían los fatui? ellos no saben que estamos detrás de la anti captura de gnosis.

—De todas maneras, Paimon tiene un mal presentimiento. Tal vez si nos invitara a cenar lo pensaría mejor, a Paimon le vendría bien algo para reducir su estrés.

Una vez que subieron se toparon de frente al heraldo, él ya les había puesto el ojo desde que subían las escaleras y estaba impaciente porque llegaran.

—Bienvenidas sean al Banco del Reino del Norte, adelante, les he preparado un salón especial—comentaba Childe mientras abría la puerta como un gesto de caballerosidad.

—¡Más vale que no sea una trampa, Paimon tiene mucha hambre y podría convertirse en una feroz bestia!—pataleba Paimon.

—Tranquila, no pienso causarles problemas. Además hay un buffet exquisito que no podrás negar—le aseguraba Childe.

—Más vale que sea cierto, Paimon es una experta en manjares—expresaba Paimon mientras entraba.

—Es la segunda puerta del pasillo de la izquierda—le indicaba el heraldo mientras Paimon seguíaba por sus palabras.

Lumine dió un paso para poder entrar pero Childe la tomó del brazo a la misma vez que cerraba la puerta, ella, guíada por su intuición y la situación, desenfrenadamente tomó impulso de su propia mano apoyada en el pecho del Fatui y se lanzó a si misma cinco metros atrás para empuñar su espada. Childe la miró sorprendido, ¿de verdad le daba tan mala espina?

—Espera, ¿qué crees que hago?—esbozó una sonrisa heraldo con una ceja enarcada.

—Voy a contar tres para que me entregues a Paimon, y la quiero sana y salva... uno...

—Espera... no aquí.

—Dos...

—Está bien, está bien, hagamos un trato, entraremos para que observes que tu amiga está bien, pero tienes que prometerme que no harás ningún ruido y que, después de ver que no corre ningún peligro, me acompañarás a dar una vuelta por el desfiladero Jueyun.

La viajera lo observaba con desconfianza, aún no podía interpretar lo que realmente el heraldo quería de ella y eso era lo que le daba más miedo. Pero conforme pasó un lapso entre las últimas palabras del hombre y no había una respuesta por parte de Lumine, este abrió de nuevo la puerta para que ella reaccionara de alguna manera. Entonces, la caballera honoraria guardó su espada y caminó hacia él lentamente mientras que el Fatui se limitó a extenderle el brazo hacia la puerta.

—No tengas miedo, no te haré daño...—decía mientras Lumine cruzaba la puerta, y cuanto ésta se cerró detrás de ella, Childe culminó la frase cerca de su oído—al menos no hoy.

Lumine sintió un escalofrío que recorrió su espalda baja hasta su cuello y la hizo arquear su espalda. En ese momento se escuchó una pequeña risa que soltó Childe mientras se adelantaba a la habitación a la que había enviado a Paimon, Lumine se limitó a seguirlo. Cuando llegaron, Paimon estaba degustando su séptimo plato, unas crocantes albóndigas de camarón dorado.

—¡Mesero, Paimon cree que necesitaremos otros tres platillos de este manjar! Encarguelo a la cuenta del señor Childe.

—Que confianzuda...—susurró Lumine molesta.

Viviendo el infierno contigo | CHILUMI | Tartaglia x Lumine | FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora