Capítulo V: La bendición del Arconte Geo

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Un día antes...

—¿Tartaglia?—Signora venía saliendo de una de las habitaciones cuando vió al heraldo llegar empapado—¿Qué demonios? ¿Qué estabas haciendo?

—¿Acaso te importa?—le reclamó molesto mientras entraba a la habitación, Signora hizo un gesto de indignación y dió un hondo respiro.

—No, tienes razón—le respondió y se dió la vuelta para seguir su camino.

—Salí con ella.

Signora se detuvo en seco y por un momento no dijo nada por lo que Childe siguió hablando.

—Ella es más fuerte de lo que tú crees, y estoy seguro que puede partirte la cara.

—Pff ¿Es una amenaza?—decía Signora mientras se daba media vuelta y caminaba hacia su dirección—¿Qué harás? ¿Ligartela, hacerla tu mejor guerrera y usarla como máquina de matar? Qué insensible eres Tartaglia.

—¡Ella no confía en mí por tu maldita culpa!—le gritó con el ceño fruncido y los ojos abiertos.

—¿Y por qué demonios es mí culpa?—levantó una ceja.

—¡¿Por qué?!—Childe gruñó tan fuerte que los que pasaban por el pasillo escucharon la pelea y quisieron asomarse para ver lo que ocurría pero cuando él le soltó un puñetazo a la pared aquellos corrieron de la escena—¡Por la Zarina, juro que cuando te haces la estúpida te sale de maravilla! ¡No sabes como odio trabajar contigo y con todos tus compañeros!

Signora sólo se reía del comportamiento de su compañero, era magnífico cuando armaba los escándalos. Childe siempre daba espectáculos, ya sea por dramas o por batallas.

—Por Barbatos, mírate Childe, mostrando tu vulnerabilidad ante el público, y pensar que ya te estábamos tomando en serio, por poco y se me escapa que sigues siendo un niño privilegiado y muy inmaduro. Sigues siendo débil, Tartaglia, ojalá estés a tiempo para darte cuenta que esa niña te está haciendo mal.

Signora se dió media vuelta dejando a Childe con su agresividad en medio del salón, él sólo desahogó un grito furioso y cerró de un portazo la habitación. No podía negar que lo que Signora le había dicho era verdad, y eso era lo que más le dolía en el ego, ¿sentirse vulnerable? parecía un cachorro empapado ahora que lo pensaba; un maldito perro mojado a quién lo bañaron en el agua donde perdió su dignidad. Maldita sea, estaba perdiendo la cabeza.

"¿Qué demonios está pasando conmigo?"

Se preguntó Childe mientras se relajaba y se sentaba en una silla de la habitación. ¿Realmente le estaba afectando Lumine? ¿Ella era la responsable de todo aquel rollo? El heraldo se sentía enloquecido entre las cuatro paredes de la habitación, por un momento volvió a pensar lo que él había dicho antes de que se fueran.

"¿Qué hay de malo conmigo?... No soy ese tipo, y sé que es muy difícil de creer, pero no soy un aprovechado."

"Sabes que aquí te esperaré si me necesitas."

¿De verdad iba a ir hacia él? Esperaba su llamada de auxilio.

"Childe, te necesito"

¿Porqué necesitaba eso de Lumine? El heraldo no lo comprendía.

—Disculpe, señor...—uno de los aprendices fatui tocó muy leve la puerta y le interrumpió el pensamiento al onceavo.

—Adelante—dijo Childe tomando postura.

—Lo siento, no quería interrumpir nada pero... Conseguimos una cita con la directora de la funeraria que nos solicitó—dijo el aprendiz asomando un poco la cabeza por la puerta.

Viviendo el infierno contigo | CHILUMI | Tartaglia x Lumine | FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora