Capítulo 14

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Aquel pequeño silencio fue torturador, la mirada de David era como el fuego quemando cada poro de su piel, mantuvo sus ojos en los de él, pero cuando no recibió respuesta, miró hacia abajo evadiendo la presión del azul de sus ojos, quizás en la nada encontraría la solución a su gran dilema, las lágrimas continuaban traicionándola, de pronto, sin que lo anticipara, lo tuvo encima besándola desesperadamente, la intensidad de ese beso hizo que todo su cuerpo temblara incontrolablemente, las piernas no le respondían, la respiración se le desapareció, juraba que podría desmayarse en cualquier momento, se quedó paralizada ante esa reacción, sentía que la abrazaba con toda su fuerza, con todo su amor, con todo su corazón y ella sin reaccionar, pero no podía seguir permitiendo que esta situación la superara, cerró los ojos para disfrutar de ese momento que tanto había extrañado, levantó los brazos para prenderse de su cuello, acariciarle el cabello como amaba hacer y responder al demandante beso, el que disfrutó como si fuera el primero, permitió que tomara el control de la situación, que sus caricias la relajaran, que el danzar de sus labios sobre los suyos, borrara sus inseguridades, sus miedos, lo tenía allí, entre sus brazos, no lo había perdido como tanto temió.

"David", un sollozo acompañado de un mar de lágrimas se escuchó en la escena.

"mi vida", unió sus frentes para poderla mirar a los ojos, la sentía muerta de miedo sin entender la razón.

"¿escuchaste lo que te dije?", seguía sollozando.

"sí", acariciaba su cabello y como la respiración se había normalizado un poco, envolvió sus labios en otro beso, quería demostrarle sus sentimientos con acciones, no, con palabras, cuando el aire fue imprescindible, se separaron, ella se desprendió de su cuello para abrazarse a sus espaldas y recostar su rostro en su pecho, donde continuó llorando, "esta es la noticia más hermosa que pudiste haberme dado", le dijo acariciando sus mejillas después de un cómodo silencio, enseguida tuvo los bellos ojos de Regina mirándolo con devoción.

"eres lo mejor que me ha pasado", esta vez, fue ella quien comenzó a besarlo como dejándose el alma en ello.

"mi amor", llamó su atención, "eres mi vida entera", dejó sus labios para hablarle cerquita de su oído, "la mujer que me salvó del borde del precipicio", besó su frente, "de quien me enamoré profundamente", continuó cubriendo su rostro con pequeños besos, los que alternó con palabras, "y quien ahora, me dará un bebé", detuvo esas pequeñas atenciones para hacerle una pregunta que le daría la plena seguridad de que no tenía nada que temer, "¿crees que esas sean pocas las razones que tengo para sentir esta inmensa felicidad?", tomó su mano y la colocó en el lado izquierdo de su pecho, "¿sientes eso?", Regina asintió, "mi corazón está volando de tanta emoción", le dio otro abrazo.

"gracias", la única palabra que pudo decir, se sentía abrumada ante tal derroche de amor.

"te amo", reafirmó con propiedad, esa era la explicación más sencilla que encontraba para justificar su reacción, tenía que recordárselo.

"yo también te amo", correspondió.

"ni vi qué preparaste para el desayuno", luego de unos minutos donde ambos recobraron la compostura, regodeándose mutuamente en un abrazo que ambos necesitaban, hizo como si nada de eso hubiese ocurrido.

"algo que te gusta mucho", la voz aún le temblaba, se le pasaría luego.

"lo puedo imaginar", cerró los ojos deleitándose en el pensamiento.

"goloso", bromeó, la expresión de su rostro le dejó la noción perfecta de sus ideas locas.

"de ti, siempre", aclaró, "además, mi esposa me tenía abandonado", continuó la argumentación, Regina suspiró.

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