Capítulo 4

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Cabizbajo llegó a su consultorio después de haber visto a Regina partir con Graham del brazo, Mary cumplió su promesa y lo esperó.

“¿estás bien?”, preguntó su amiga.

“no, no estoy bien, pero lo estaré”, respondió como para convencerse a sí mismo sobre su situación actual y el valor que necesitaba para seguir adelante sentía que no lo tendría.

“¿qué te dijo, por qué salió así?”, sabía que Regina no tenía memoria, pero no era motivo para reaccionar de esa forma.

“piensa que eres mi esposa”, Mary no pudo contener la risa.

“es lo más absurdo que he escuchado en mi vida, pero eso complica mucho las cosas, imagino que no querrá verme cerca, ¿o me equivoco?, la conozco muy bien”, David solo escuchaba atentamente el razonamiento de su amiga y colega.

“confiemos en que recuperará la memoria pronto, no podría soportar verlas peleadas”, desde que las conocía, siempre andaban unidas, verlas de otra manera no le agradaría.

“¿quién lo diría?, Regina y yo peleadas por ti”, le parecía muy divertido, “no me mires así David, hasta un ciego se hubiera dado cuenta de que ardía por los celos”, seguía bromeando, “celosa de mí, nada más y nada menos y eso que no vio a tu adorado tormento, si llega antes que yo, colapsa”, hablaba de Zelina, sabía muy bien sobre sus sentimientos hacia David.

“Zelina es indefensa, Mary”, la defendió ingenuamente.

“Regina tenía toda la razón y lo sabes”, su amiga se equivocaba pocas veces, tenía que reconocerlo.

“mejor cambiemos el tema, ¿alistaste tu consultorio?”, preguntó, el tema de los sentimientos de Zelina hacia él era un muy común entre Regina y él, nunca le hizo caso cuando decía que estaba enamorada de él, como no la veía con otros ojos que no fueran los de compañeros de trabajo, el asunto era irrelevante.

“pensaba hacerlo antes de irme”, David asintió.

“y esta belleza, ¿dónde estará mientras trabajas?”, cuestionó su preocupación.

“Robert se encargó de eso, no te preocupes”, le informó y quedó satisfecho, “mejor dime sobre tu rubia peligrosa”, así la llamaba Regina y a Emma le encantaba.

“si se recordara…”, su voz se quebró.

“lo hará, te lo aseguro”, prometió.

“podemos agendar algunas citas contigo”, propuso David, Mary era una de las mejores en descubrir los misterios del cerebro, confiaba en ella plenamente.

“no solo quiero a Regina de paciente, quiero que me devuelvas todos mis casos”, exigió en broma.

David le siguió en juego, “como usted ordene, mi general”, hizo un gesto como si fueran dos militares conversando.

“qué bueno que sigues aquí”, Robin entró a la escena y al verlos con sus caras de broma, quiso unirse a la diversión, “¿qué es lo gracioso?”, su mirada viajó desde Mary hasta David.

“tu hermana”, soltó Mary.

“me pregunto si eres adivina”, precisamente venía a informarle un cambio de planes, porque Zelina cometió un error, o ya ni él mismo sabía, acababa de tener una fuerte discusión con ella sobre el tema.

“tu tono me inquieta, di lo que tengas que decir”, la diversión y las risas quedaron en el olvido.

“tendrás que trabajar en el consultorio de Regina”, seguían mirándolo como si fuera un bicho raro, “venía a entregarte las llaves”, extendió las manos para que Mary tomara las llaves.

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