XII

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🏐Narrador omnisciente:

Corría por los largos pasillos, esquivando y saltando a los alumnos que se interponen en medio de su andar. Sobre su cabeza descansaba una pelota amarilla y azul, específicamente, de voleibol.

Oía por detrás como los profesores le gritaban desde los umbrales de las puertas de las distintas aulas de aquel piso, pidiendo ya con naturaleza que no corriera y tuviera cuidado en la cancha.

Sonreía en grande cada vez que pensaba que estaba a un paso menos de llegar a la pista, para poder ponerse manos a la obra para mejorar su bloqueos y remates. Su paleta faltante era notable cuando hablaba, por lo que los alumnos que se encontraban en los pasillos no la entendían a la primera. Pero qué le vamos a hacer.

Allí todo el mundo conocía a Toshinori.

Era una niña simpática, graciosa y fiel, pero a la vez, o al menos como se escuchaba por la escuela. Era terrorífica y demasiado espeluznante. Obviamente eran rumores falsos, creados para meter miedo a los niños de no más de 10 años. Pero lo que no tomaban en cuenta, es que los rumores dolían, aunque ella no se los toma tan en serio.

Salto por el umbral de la puerta, dejando los zapatos amarillos en el sitio correspondiente, y avanzando hasta llegar a una de las pistas vacías, preparándose para empezar con su entrenamiento.

La emoción se notaba en su medio cuerpo. El cómo daba pequeños saltos para calentar, su pequeño sonrojo en las mejillas debido a la reciente carrera, y como su pecho tras la camisa blanca, subía y bajaba repetidamente, señal de cansancio. Le dio igual el que la gente a su alrededor se hubiera alejado de su espacio. Mejor para ella, más pista para entrenar.

Visualizo al punto de delante, botando la pelota, y preparándose para sacar con sus característicos tiros. Había estado todo el día esperando a que las clases acabaran, para poder seguir con la práctica de sus saques flotantes. Lo había visto hacer en uno de los partidos mensuales que echaban en el canal de deportes en la televisión. Era algo que con costumbre lo hacía con su madre, pero esta al estar trabajando, se le hacía imposible. Por lo que pensó sorprenderla con el nuevo movimiento.

Su relación con su progenitora era magnífica, era algo que nunca pensó tener con alguien de su familia. Era verdad que a la hora de mudarse de ciudad, sus relaciones en Tokio desaparecerían, pero tampoco le importaba mucho. Se acostumbrara al entorno y a las personas que vivieran en Miyagi.

Normalmente entrenaba con Yui, su madre, pero también estaba acostumbrada a entrenar sola. Era algo que ya se le hacía costumbre. Aunque un compañero de voleibol nunca vendrá mal.

Ese pensamiento era lo que pasaba por la cabeza de Toshinori, quien observaba con algo de intriga la escena a unos metros de la pista.

Su vista color verde pistacho había captado un color llamativo. El rojo fuego, era un color que se hacía ver por sí solo. Por lo que Nakamura entendió que aquel niño de extremidades delgadas llamaba por su ayuda.

Aguanto la pelota con un brazo, cogiendo carrerilla para empezar a correr hacia el trío que al parecer estaba molestando al lindo pelirrojo de piel pálida. Soltó un grito de "guerra", o al menos como pensó Toshi, nada más llegar a su destino, asustando a los tres chicos, que no tardaron en salir corriendo del lugar, oyendo las carcajadas audibles por parte de Toshi.

Los ojos carmesí del chico miraron con interés a la pelinegra, observando como esta se colocaba delante suya con energía. Se le hacía conocida, o al menos el haber escuchado su descripción. Estaba a punto de irse, hasta que la voz casi chillona de la pelinegra le hizo detenerse.

𝐆𝐀𝐍𝐀𝐃 𝐏𝐎𝐑 𝐌𝐈 . 𝐇𝐀𝐈𝐊𝐘𝐔𝐔!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora