Capítulo 3: La ¨ cita ¨

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Después  de una tarde agotadora, visitando todas las casas del pueblo, llegué a casa. 

(din don)

- Mamá, abre.

- Bueno ya voy yo - exclamé al ver que no se levantaba nadie.

Abri la puerta y era el chico de la cita, que se me había olvidado completamente. 

- Heyyy,  vamos -dijo él con cara de chulo.

- Si, me preparo y voy - dije yo cerrandole la puerta en los morros.

Subí rápidamente por las escaleras, me puse una bonita camiseta roja, una falda y unas sandalias, me peiné y después de una hora y cuarto, cuando terminé, volví a la calle.

- Pensaba que no volverías.

- Por mucho que tarde, yo no renuncio a nada.

- Bueno, sube a mi coche.

Subimos a un descapotable negro y él puso una música un tanto rara, a todo volumen.

- Bueno, ¿Qué sabes de mi hermana?

- Relajate, ya hablaremos, si a caso de eso.

- No, ¿Qué sabes?

- Saber, mucho

- ¿Y de mi hermana, sabes algo?

- Pues algo...

-¿Qué sabes?

- Pues que es una niña, de unos diez años, pelo...

- Idiota, de lo que paso anoche.

-Ha, eso... pues nada.

- Para el coche

- Heyy, relajate

- Como lo sabía, ¡ He dicho que pares el coche!

- No lo haré.

- Perfecto.

Bajé del coche en marcha y volví a mi casa andando, sabía perfectamente lo que paso anoche y no me lo quería contar. Parecía tan seguro por la mañana, cuando hablé con él... alguien le habrá cerrado la boca. 

Cuando llebaba un rato andando, vi una sombra, miré por todos lados y no vi nada, así que seguí caminando.

- No te enfades - gritó el chico de la cita, poniendose delante de mi.-  No te acerques -dije sacando  un sparay pimienta.

- Hey, no te haré nada, guarda eso.

- ¿Quiéres parar de decir hey? - grité

- ¿No sabes ni como me llamo, y ya me estás sacando imperfecciones?

- Déjame en paz.

- Me llamo Marcos.

- No me importa, solo me importa mi hermana.

- Pues, hay más cosas en la vida.

- Te odio.

- Gracias

- Muerete o desaparece para siempre.

Hizo una mueca como si se clabara un cuchillo y se marchó. 

A unos pasos de mi casa, otra sombra estaba detrás de mi.

- Déjalo Marcos, marchate.

- Soy Luck.

- ¿Por qué siempre apareces así ?

- Cosas mías.

- ¿Qué quieres?

- La tarjeta, no funciona.

- No soy tonta, ¿crees que te hiba a dar tanto dinero? Estaba vacía.

- Pues, si te crees que yo soy tan tonto y te hiba a contar la verdad sin probar la tarjeta, allá tú.

- Toma, está sí que va.

- Probemosla en aquel banco.

- Devuelvemela.

- ¿Por qué?

- No lleva nada, está si.

- Vale, pero eres una mentirosa.

- Rápido, no tengo toda la noche.

- Quinientos dolares, mmm... apetitoso.

- Y ahora la verdad.

- Esa era la verdad.

- Eres... muy...

- ¿Te has quedado sin palabras? di listo, guapo, encantador...

- No, diré tonto, estúpido, idiota, imbécil...

- He, para ya... Que duele...

- Más duele que secuestren a tu hermana.

- Es verdad... tú hermana... ¿Cómo está?

- Definitivamente, eres idiota, LA SECUESTRARON.

- Ooops... 

- Me voy.

- Espera, no te conté todo lo que sabía...

- ¿Qué más sabes?

- Vi a la persona que hiba al volante.

- ¿Cómo era?

- Seiscientos dolares más y lo describo...

- ¿Para que quieres dinero, si tú familia es más rica que la mía?

- No estamos hablando de eso...

- Toma... quinientos y punto.

- Era moreno, de nuestra edad, era... ese - dijo señalando a un chico.

 Me acerqué sigilosamente se dio la vuelta y...

- Marcos...

StellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora