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1999.

El motor de la motocicleta rugía por la autopista principal, el enlace único que ensamblaba Brooklyn con Manhattan. Draken manejaba apresuradamente, toreando vehículos estancados en el colosal atasco, propio del retorno de las vacaciones de Navidad; el pretexto de esta arriesgada acción era arribar lo más vertiginosamente posible al hospital. Emma se hallaba enferma, sufría de vómitos y mareos desde hacía dos semanas, lo cual turbó a su marido, todo lo que ingería lo devolvía, por lo cual se encontraba deshidratada y con exiguas energías.

- ¿Vas bien? - dudó Draken al sentir que los brazos de Emma iban aflojando el agarre a su cintura.

- Bueno. - él le sugirió que abrazara su cintura con más fuerza, iba a incrementar la velocidad.

Gracias al vigor del motor y la gran experiencia que tenía Draken, junto al temor de que su mujer se despeñara en la carretera ocasionó que llegaran en menos tiempo del estimado. Estacionó la moto en el aparcamiento del hospital, Emma se apeó rápidamente del asiento se arranco el casco de la cabeza y lo tiró al suelo; introdujo la cabeza en una papelera y comenzó a vomitar. Él fue hasta allí y sujetó su pelo y frente. Las personas que pasaban observaban con repugnancia a la mujer de Draken, el cual solo alcanzó a reprender a los curiosos que la miraban más de la cuenta o a los que lanzaban comentarios despectivos.

Luego de un rato alzó la cabeza, su marido retiró con la manga de su propio abrigo los hilos de saliva que precipitaban de su boca entreabierta e igualmente hizo con las escasas lágrimas que brotaban de sus ojos debido al ardor que le provocaron los ácidos estomacales. No paró de disculparse con Draken sobre el lanzamiento del casco ya que se rayó, además de pedir perdón a la gente del parking y a su marido por el escatológico espectáculo.

Se acomodaron por fin en la sala de espera del hospital colmada de gente joven expectoraba de una forma un tanto brutal, niños pequeños y bebés enfermos de frio que sollozaban desconsoladamente a causa de las altas fiebres que atacaban a su diminuto cuerpo. Era un campo de concentración de enfermedades e infecciones. Emma por su parte reposaba sobre el hombro de su marido atento a cuando anunciaran el nombre de ella.

- ¿No trabajas hoy? - inquirió Emma de la nada.

- Si, pero tengo el turno de tarde ¿Por que preguntas?

- Era por si tenia que hacerte la comida o no.

A lo largo de estos tres meses la convivencia mejoró cuantiosamente, y por ende su vínculo conyugal. Draken arribaba temprano a casa, pero sin desatender sus compromisos con la Toman, él le relató a Mikey lo acontecido con su hermana y el tenso ambiente que su nocturno itinerario había causado, este lo comprendió a la perfección, además, lo trasladó al horario de mañana, en el cual solo debía ocuparse del papeleo y de zanjar algún que otro acuerdo. Cabe señalar que el primero era el más peligroso.

- No, volveré tarde.

- Emma Ryuguuji. - anunció una enfermera desde la puerta.

Los dos se levantaron inmediatamente, pero ella le sugirió que le esperara allí con las cosas. 

Entró con cierta timidez a la consulta, ya que era la primera vez que iba al medicó en el año y medio que residían en Estados Unidos.

- Buenos días Emma... - quiso pronunciar su apellido correctamente pero le resultó demasiado complicado.

- Emma solo mejor. - el médico asintió y le interrogó sobre sus síntomas.

Entretanto ella relataba minuciosamente su afección el hombre escribía en su ordenador velozmente todo lo que decía, ni siquiera miraba las teclas; le dio la sensación de que no le prestaba atención incluso, solo de vez en cuando asentía con la cabeza.

- Creo que es gripe, es la época, pero usted sabe más que yo. - rio suavemente para orear el rígido ambiente.

- La gripe no ocasiona vómitos, siéntese en la camilla. 

El hombre comenzó examinando sus ojos, garganta, preguntó por su altura y peso; también inspeccionó su caja torácica con el estetoscopio, consultó sobre cuantas cajetillas de tabaco consumía, ella le dijo que no muchas, una cada siete días o dos semanas. El sanitario la invitó a volver a la mesa.

- Usted está casada si no me equivoco. - afirmó. - Y cuando duerme con su marido, ya me entiende, utilizan alguna precaución. - ella quedó ojiplática.

- No estoy embarazada, tomo la píldora. 

- ¿Sabe que existe una pequeña probabilidad de que quede en cinta? - la joven enmudeció. - Sin embargo no debemos tomar decisiones precipitadas, se puede tratar de un virus intestinal ¿Cuándo fue la última vez que tubo el periodo?

- Hace dos meses, pero siempre lo he tenido muy irregular.

Levantó sus gafas de enormes cristales y restregó sus ojos exasperante, él abrió uno de los muchos cajones del escritorio del que extrajo un bote de plástico, llamó a una enfermera. 

- Te haremos un análisis, ve al baño y entrégale el bote a la enfermera, en una semana te llegará una carta con los resultados. Así saldremos de dudas.

[...]

Sujetaba el papel con los resultados del análisis  que se había hecho hace una semana, sus manos temblaban, estaban frías, pero a la vez estaban empapadas en sudor. La carta llegó apenas hace unas dos horas, nada más volver de la casa de su hermano la cogió y se fue al baño, menos mal que Draken nunca miraba el correo. Sin embargo hubiera preferido que sus tripas se pudrieran de dentro hacia fuera antes que leer en el condenado papel: "felicidades, señorita Ryuguuji está en cinta", además estaba subrayado en amarillo neón y escrito en mayúsculas. ¡Que le hubieran incrustado un panel eléctrico con luces parpadeantes y con una gran flecha señalando el propio texto! Emma pensó que lo escribieron con malicia. 

La joven se hallaba desolada, su perfecta utopía de cristal, que le conllevó tanto tiempo y esfuerzo en construir, se vio damnificada por uno de los cuantiosos sucesos, el más leve de todos, que condenarían su vida. Una bomba, un fallo irreparable, ¿irreparable? Comenzó a llorar desconsoladamente, sus lágrimas llenas de frustración dibujaban gruesas estrías negras en su rostro. 

- ¿Qué voy a hacer? - susurró entre sollozos. 

Suspiró y gritó.

- Imbécil, imbécil... - se llamaba a si misma a la par que se daba cabezazos contra le pared.

Continuó así durante quince minutos, era incapaz de calmarse. No obstante el sonido del timbre hizo que saltaran todas sus alarmas.









Hogar Suburbano. [Tokyo Revenges Emma X Draken]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora