Segunda parte: Me and my Husband.

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1999.

La puerta se abrió dejando ver a una sonriente Hina acompañada de sus tres hijos, de los cuales dos de ellos acarreaban con numerosos objetos. Juguetes, biberones, chupetes, un carrito y una cuna alta, entre otros. Emma observó a las pobres criaturas, reían cansados, esperando a que la joven diera su aprobación; ella les ofreció su ayuda, sin embargo su madre se opuso debido a que estaba embarazada. 

- Dejarlo en el suelo, Draken lo guardará. Sentaros por favor. - Emma avanzó rápidamente a la cocina, mientras los invitados se sentaban en el sofá. - ¿Queréis algo de beber o algún aperitivo?

- Agua de momento estaría bien, ¡El suelo escupe fuego! Hemos venido andando porque Takemichi se iba con tu marido. 

- ¿A hacer qué? - salió de la concina con cuatro vasos y una jarra con hielo, se sentó al lado del hijo mediano de su amiga y le ofreció un vaso, a él, a su hermana y madre.

- A ver el fútbol.

A Emma le extrañó que Takemichi fuera con Draken a ver un partido, ya que estaba trabajando. 

[...]

Un gran número de hombres de diversas edades, facciones y razas se congregaban en torno a la gran mesa de plástico blanca, unos de pie y otros sentados aguardaban a la llegada de su líder y vicepresidente. De repente uno de los miembros de la Toman los nombró a ambos a la vez que entraban a la sala de descanso del taller de Draken. 

- Recientemente hemos tenido unos problemas con Valhala como bien sabéis. Está creciendo y conquistando zonas a una velocidad desmesurada, nos roban territorios y negocios por lo cual nuestros ingresos están disminuyendo. ¿Qué deseáis hacer? - inquirió Mikey a todos sus hombres.

- Propongo expandirnos hacia los sectores del norte, así nos mantendremos lo más alejados posibles de Valhala. - dijo Takemichi

El resto estuvo de acuerdo con la propuesta de Takemichi.

- No es posible, esos territorios están demasiado cerca de China Town. 

- ¡Pero no están en su territorio, Mikey esos bastardos les están quitando la comida a mis hijos. A la rapidez que van controlaran más de la mitad del mercado y nosotros solo un mísero 10%! - bramó en oposición a su jefe.

- Si el capitán ha dicho que no es viable, no es viable. - habló Draken.

- ¡Draken tu también eres padre deberías entenderlo!

- ¿Por qué no les declaramos la guerra? - propuso ahora Baji. 

- ¡Tu quieres que nos maten! 

Siguieron los comandantes debatiendo sobre diferentes medidas de forma alterada.

- Señores, Mañana retomaremos el tema y espero que estéis más calmados.- miró el reloj de la pared. - podéis marcharos.

 Los congregados hicieron una reverencia y salieron de uno en uno al exterior, protestando ante las pocas soluciones que deba Mikey ante un problema tan grande, porque no solo poseían el control de los mercados sino también de los clubes y los puertos de las avenidas que ahora pertenecían a Valhala. Varios se arrepintieron de no haber terminado los estudios.

Draken, antes de encender su moto para dirigirse a su hogar, miró su teléfono y pudo notar que tenía un mensaje en el contestador.

- Hola, Ken. - era Emma. - hoy tenía la primera ecografía, me habría hecho ilusión que vinieras, pero no importa ya podrás venir en otra ocasión. 

Tras escuchar el mensaje apretó el móvil con fuerza. Estaba disgustado y malhumorado a la vez, él sabía desde hacía días que su mujer iba a ir al ginecólogo, pensaba que sobraría tiempo. Le dolió la imagen mental de su querida Emma sola en aquella sala rodeada de mujeres en su mismo estado acompañadas de sus maridos. Lo mejor sería fingir que lo olvidó.

Emma no tuvo a nadie a quien agarrar la mano cuando vio la imagen de su bebé.   

[...]

Caminó hacía el salón a paso lento, allí se encontraba Emma viendo la televisión, giró su cabeza aurea para mirar a su marido, le sonrió.

- ¿Qué tal la ecografía? - preguntó Draken sentándose a su lado.

- Me ha dicho que estoy de seis meses y que lo estoy haciendo muy bien, me ha felicitado. - le pasó las fotos de la ecografía. - ¿Quieres saber el sexo? - su marido asintió dramáticamente, emocionado. - Es niña. 

Él se lanzó a sus brazos conmovido.

- Me alegra que lo sea así no me sentiré tan sola, siempre rodeada de hombres, de vez en cuando añoro juntarme con mujeres. - rio ella acariciando con cariño la espalda de su marido.

La miró y le besó jubiloso, en múltiples ocasiones se preguntó como las mujeres podían ser tan extraordinarias. Paulatinamente agachó su cabeza para que esta quedara en el pecho de Emma. Ella le abrazó.

- Siento no haber estado. ¿No estabas enfadada? 

- Estaba, bueno, no enfadada, triste pero bueno eres un hombre ocupado... Siempre lo has sido, sin embargo se que lo haces por nosotros, no hay razón para enfadarse. - explicó la joven jugando con los mechones, ahora castaños de su marido. - A todo esto, qué tal el parido.

Draken elevó la mirada.

- ¿Qué partido?

- Hina me ha dicho que Takemichi fue a tu taller para ver el futbol.

Quedó unos minutos observándola desconcertado, ahí cayó. Takemichi excusó a su mujer que iba a pasar la tarde con él, (cuando en realidad tenían reunión)pero no contó con que los sábados también trabajaba. 

"Puto torpe" - pensó Draken.

- ¡Ah! Si vino en el descaso y se quedó, yo seguía trabajando. Recientemente instalamos un televisor en la sala de descanso. 

Emma elevó los hombros restándole importancia al asunto y continuó con su labor. Permanecieron así una hora completa comentando los diferentes nombres que le podían poner a su hija, pero sin mucho éxito, ya que los dos tenían propuestas totalmente opuestas. 

Pasaron más horas, en las que su marido se iba adormeciendo poco a poco, apoyando todo el peso de su cabeza en el tórax de Emma a la vez que la abrazaba con fuerza. Ella llamó su nombre repetidas veces, ya que deseaba ir a la cama, sin embargo la fuerza que ejercía Draken sobre su cuerpo se lo impedía.

- ¿Qué hora es? - inquirió lúcido.

- Son las tres, vamos a la cama.

[...]

A las cinco de la mañana, el teléfono comenzó a sonar de forma indiscreta, en un principio ninguno del matrimonio se levantó para atender el insoportable ruido, creyendo que se trataba de una equivocación; no obstante el zumbido no cesó. Emma obligó a Draken a descolgar el aparato, él se develó sin mucho afán y se dirigió al salón. 

- Diga. - dijo entre bostezos. 

- ¡Debes venir, inmediatamente! - ordenó Mikey. 

- ¿A donde? ¿Qué ha pasado? - susurró alterado.

Se escucharon varias voces entremezcladas en el fondo de la llamada y diversos gritos.

- Baji tiene un puto agujero en la pierna... Joder, estamos en su casa, ayúdanos.

Antes de que Draken pudiera decir algo la llamada se cortó, colgó el teléfono y esperó un par de minutos para procesar toda la información adquirida. Levantó la cabeza decidido, sin embargo ¿Cómo iba a salir sin que Emma se percatara? Anduvo hacia la habitación y contempló como dormía su mujer, se encontraba tranquila y respiraba profundamente. Estaba totalmente dormida, solo no debía hacer mucho ruido.

Se calzó los pantalones y unas deportivas. Sacó el cajón de la mesita de noche y observó la pistola pegada con cinta adhesiva al final de este, dudó un par de segundos en si llevarla consigo o no. Prefirió no hacerlo.

- Te quiero. - le dio un beso en la cabeza a Emma y se fue.

Hogar Suburbano. [Tokyo Revenges Emma X Draken]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora