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1998.

Liberó un quejicoso gemido, frotó su rostro contra la almohada blanca. La luz del día sumada a los discordantes sonidos de la calle, le impedía conciliar el sueño. Sus labios articularon el nombre de su esposo, pero ningún sonido emergió de su seca garganta, alargó el brazo y palpó el lado izquierdo de la cama, sin embargo no notó la presencia de Draken.

Trató de abrir los ojos, los cuales estaban aglutinados a causa del maquillaje seco. Lo único que consiguió fue incorporarse.

- ¡Ah! ¡Mierda!- gritó cuando sus ojos entraron en contacto con el potente destello.  

Su cabeza estaba siendo atravesada por un taladro, sus ojos eran rociados con acido sulfúrico. Todo esto lo motivado por la colosal resaca que acometía a su roto cuerpo. Arrojó con displicencia su anatomía en el colchón; volvió a gimotear. Ininterrumpidamente durante al menos cinco minutos, al fin decidió rehabilitarse. 

Por fin condescendió y dio comienzo a su escabrosa trayectoria al baño. Cada paso que daba sentía que sus piernas se desgarraban de su torso, no obstante agarró el lavabo con fuerza antes de caer al pavimento, debido a una pequeña perdida de equilibrio.

Intentó atusar su cabellera con la mano, puesto que lo percibía descuidado. La textura de este era acartonada, por demás desprendía un hedor a tabaco y alcohol amalgamado que noquearían a cualquiera. No obstante no se trataba solo de su pelo, ¡Sino de su cuerpo entero!

- ¡Ken! - lo nombró a voces repetidas veces hasta que comprendió que no se encontraba en el apartamento. 

Abrió la ducha rezongando. 

Las gotas álgidas mojaban su pelo áureo y el resto de su cuerpo el cual tiritaba por el cambio brusco de temperatura. No cabe aclarar que Emma estaba bastante encrespada, no le cabía en la cabeza el hecho de que su marido no compartiera su primer desvelo desposados.

Perpetuamente Emma sintió un especial rechazo por ciertas actividades que profesaba Draken entre ellas transcurrir todo el día en su taller de motos, ya sea reparándolas o hablando con sus amigos los cuales le visitaban para conversar sobre motocicletas - o eso creía ella -. Siempre ha sido así intentó cambiarlo pero resultó inútil.

Manó del baño y fue a la habitación para cambiarse.

Comenzó retirando las sabanas sucias de la cama, las cuales arrojó al cesto de plástico rojo; luego vistió al lecho con unos ropajes limpios. A continuación desplegó su traje de novia.

- Que sucio está, que pena. - exclamó afligida, ese vestido le había importado una copiosa cantidad de dinero a su hermano ¡Hasta trabajó reparando motos con Draken solo para costearlo! 

Exhaló y siguió agrupando la ropa de anoche, el traje de Ken poseía una textura pegajosa; rememoró que derramó alcohol encima de él. Alzó la espuerta. Salió del apartamento.

[...]

La joven callejeó por las avenidas cercanas a su apartamento, hasta localizar una lavandería abierta, ya que era sábado y estas libraban el fin de semana. Ingresó e introdujo la ropa dentro de la lavadora, ahora solo debía esperar.

Inquieta decidió salir a fumar mientras las prendas se limpiaban.

- Hola Emma.- saludó.

Era Senju, la rubia abrazó el cuerpo de su amiga con devoción, tal era el jubilo que la dominaba que la invitó a permanecer conversando con ella hasta que el ciclo de lavado finalizara. Esta aceptó.

- Siento no haber asistido a tu boda, mi hermano olvidó mandarme el billete de avión.

- No te preocupes, lo comprendo. No sucedió nada notable.

- ¡Como que no! - Emma exigió que bajara el tono. - fue el día de vuestra boda y lo consideras tedioso.

- Solo la ceremonia, por lo demás bien. Un conjunto de hombres ebrios peleando impetuosamente por un ramo de flores, incluidos los casados, resulta surrealista y nosotras bailamos hasta caer. El resto no lo recuerdo.

Senju carcajeo ante el escueto relato. 

- ¡Y dices que no pasó nada, me hubiera infiltrado en ese avión solo por ver a los chicos!- la compañera de Emma se caracterizaba por ser sumamente vocinglera, en varias ocasiones ellas y sus hermanos ordenaban que se silenciara. - A todo esto, ¿Cómo está tu hermano y tu abuelo?

- El abuelo cada día más viejo y Mikey igual de insoportable. - las dos rieron.

- ¿Draken donde está, en vuestra casa? 

Emma dejó de sonreír y el jolgorio cesó.

- No lo se, la moto no está en la entrada, creo que está en el taller. No estaba en el momento que me levanté. - Senju notó la pesadumbre en su voz.

- Tranquila Emma, empezó con la tienda hace poco, ¿verdad? Eso me contó Hina, él es muy perfeccionista y desea ofrecerte lo mejor.

- Estas en lo cierto.

[...]

Instantes posteriores a la conversación Emma volvió a su casa. Al ingresar en el apartamento volvió a clamar a Draken, únicamente le respondió el silencio y los sonidos lejanos de los vecinos. Inhaló redundantemente; terminante soltó el cesto en el sofá y descolgó el teléfono. Marcó el número del taller, pero lo colgó rápidamente al recordar las palabras de Senju, ya no residían en Japón no tenía razón por la que preocuparse. Anteriormente duró noches en vela por miedo de que ocurriera una fatalidad, no solo a él, también a su hermano y no solo era ella, Hina la acompañaba, como dos centinelas custodiando las murallas de un castillo. 

Se acomodó en el sofá y encendió la televisión, para amenizar la espera, supuso ella. Sin embargo ese entretenimiento no persistió, debido a que la puerta se abrió. Draken atravesó el salón, eclipsando la visión de Emma, se arrojó a su lado.

- ¿A ti te parece normal? - al diablo los consejos de Senju. - No te he visto en todo el día, ¡Se supone que acordamos ocupar una semana para nosotros dos, ya que no tendremos luna de miel! 

- Estaba en el trabajo, disculpa, debí mencionarlo antes. No tendremos luna de miel, al menos yo, aún el piso no está pagado y necesito laborar incluso los sábados. 

- ¡Deja las motos por un momento y atiende a tu mujer! - los dos quedaron en silencio, Draken refunfuñó por lo bajo, sabía que esto sucedería y con el paso de tiempo empeoraría debió escuchar a Baji y confesarlo, sin embargo ese no era el momento.

- Lo siento, mañana no abriré, permaneceré contigo toda la semana vale. - se acercó a ella.

- No, no quería decir eso, solo que siempre estas enfrascado en las motos y en tus amigos. Lo que me hace preguntarme, ¿hay un espacio para mi en tu pensamiento? - dijo más calmada.

- ¡Desde luego! Emma eres la única mujer que ocupa mi mente, todo lo que hago lo hago por ti y asiento a que en algunos momentos no te presto la suficiente atención, ya sea por el trabajo o por mis conocidos, pero ellos me aconsejan de que manera puedo llegar, cuanto menos, a fin de mes en este mísero país. Perdóname.

- Discúlpame tu a mi, he exagerado, es que me evoco en los tiempos pasados y en algunas ocasiones sigo imaginando que continuas en la Toman; tonterías. - le abrazó con devoción, él palideció por unos instantes, pero correspondió al abrazo y la besó arduamente. Dedujo que su nueva misión era satisfacer a su mujer para que esas conjeturas no volvieran a surgir de su perspicaz cerebro y así tener la posibilidad de continuar con sus ilegítimas comisiones. 

- Voy a cumplir lo prometido. - jadeó el varón, acariciando el muslo de su mujer, la cual no tardó en asentarse encima de él y quitarse la camiseta. 

Justo antes de que Emma pudiera preguntar este le desabrochó el sostén y la volcó en el sofá.

Hogar Suburbano. [Tokyo Revenges Emma X Draken]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora