Microrrelatos y poemas

Desventura

No he escrito en tanto tiempo que mis palabras ya no bailan al compás de mis lamentos. No he escrito en tanto tiempo porque dilataste mis miedos, mis dudas y mis tormentos. Me volviste débil.

Le recordaste a mi alma abatida la desventura de un amor perdido. Querías conocer mis demonios, pero al unir mis oscuros fragmentos y mostrarte la imagen del abismo completa, te marchaste.

Conocerte colisionó la aparente calma en mí, revelando todos los desperfectos que me había costado ocultar, incluso a mí misma. Me había dedicado a ignorar todos mis motivos para llorar y fingir que al final todo se iba a arreglar; para que tú, con tu aparente inseguridad, me hicieras soltarme y hablar. Hablar sobre mi dolor, pensar en él. Y ahora no puedo dejar de hacerlo.

Todo el tiempo solo medito en la insignificancia de la vida. Veo las cosas pasando a mi alrededor y no siento nada, ya no quiero hacerlo. Me dejaste vacía. Vacía de ilusiones, pero llena de miedos, de melancolía, de soledad.

Yo quería ayudarte, quería hacerte sentir mejor, y me mostraste que yo era la que necesitaba ayuda. Yo nunca he estado bien, todo ha sido fingido.

Ahora ven y enséñame qué hacer con este maremágnum de emociones que no me deja dormir, que no me deja comer, que no me deja vivir. Explícame como detener esta tormenta, como callar el ruido mental. Borra los recuerdos dulces de mi mente y haz que no te extrañe, que no te quiera, que no te piense. Regrésame a la persona que era antes de caer en tus encantos. Regrésame a la farsa, a la mentira; porque esta realidad, sin ti, me duele.

No he escrito en tanto tiempo porque el dolor de un corazón roto me lo impide. Y ahora al intentar escribirte una carta, me doy cuenta. Ya ni siquiera tengo palabras. Ya ni siquiera sé que debería decirte. Tal vez para ti nuestro adiós no fue tan importante, pero para mí, ha sido el detonante, de una vida llena de miseria.