Weihnachten

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-Genial, otro maldito día más con ese idiota 

Dijo Ecuador furioso y destrozado al ver a su amada TN con el maldito de Third Reich ¿¡Qué no podía estar un solo día sin él!? Claro, no lo haría por lo peligroso que es el lugar para alguien normal ¿No se supone que es un soldado? ¡Debe defenderse SOLO!... Ah, si, esos soldados sin armas no son nada. Quizás Reich haya tenido algún entrenamiento, pero lo dudaba.

-Mejor me voy, ya no soporto...

Y el vibrar de su teléfono cortó sus palabras. Ecuador contestó con algo de molestia la llamada, sin darse cuenta de que era México, hasta minutos después.

*Llamada*

—Buen día ¿Puedo ayudarle en algo?

Hola, idiota ¿Ya no me reconoces?—

—Mira, baboso, de haber sabido que eras tu ni te contestaba.

Deja de decir estupideces ¿Como te fue en navidad e inicio de año nuevo?—

—De la mierda. Ese maldito no me deja estar en paz.

Mira, te veo en Infernum y me cuentas lo que pasa. De paso nos tomamos unas copas.—

—Claro, me parece bien. Para distraernos un rato. 

Perfecto. Adiós.—

*Fin de la llamada* 

Ecuador entonces, con gran amargura, simplemente colgó el teléfono, guardándolo en el bolsillo, se volteó y regresó a su habitación, en donde agarró un revólver por seguridad. "No necesito demasiado", pensó y simplemente salió sigilosamente de la casa, sin avisarle a TN que se iría, pues creía que estaba demasiado ocupada con Reich como para importarle nada. Se sentía vacío al pensarlo.

El ecuatoriano caminaba vagamente por los oscuros callejones de la hórrida ciudad, buscando con la mirada el club nocturno a donde siempre solía ir, ya sea solo o acompañado. Paseaba tranquilamente, hasta ver cerca una infraestructura elegante, con luces azules y negras. Genial, había encontrado el lugar. 

El tricolor entró con algo de sigilo, buscando algo apresurado a México, hasta ver de lejos a un tipo vestido completamente de negro, con un sutil broche de oro en la chaqueta de cuero que llevaba puesta, viéndose como esos típicos "bad boys" que solía encontrarse por ahí.

-Hey, México. Hace tanto que no te veía por aquí.

Dijo el ecuatoriano algo alegre, mientras se sentaba en una de las sillas de metal y cuero que se hallaban, observando con desinterés la carta de bebidas que podría pedir

-Hola, wey ¿Que tanto te aflige en estos días? 

Preguntó el mexicano con un tono algo burlesco, mientras le daba un pequeño golpe en el hombro a Ecuador, el cual inmediatamente cambió de una expresión aburrida a una enojada 

-No te hagas el baboso. Tu muy bien sabes que me pasa.

Respondió Ecuador ya bastante enfurecido, recordando al mismo tiempo cómo había pasado esos días tan amargos y oscuros para él.

*Flashback* 

Ecuador estaba felizmente contemplando el árbol de navidad, tan frondoso y verde, lleno de lindas luces y adornos dorados, y unos regalos cuidadosamente envueltos en un papel del mismo color, atados con un elegante lazo negro mate, y, en un bello altar, un muy bonito pesebre, con esas lindas figuras de cerámica fina y blanca perlada. Todo era maravilloso. Un bello despertar de la navidad.

Sin embargo, esa felicidad se había terminado cuando vió a una silueta rondar por la casa: era Third Reich, quien miraba ilusionado la bella decoración que había colocado su secuestradora como sorpresa, tanto para Ecuador como para él, mientras ella iba de viaje hacia un sitio desconocido. Muy bonito detalle por parte de TN. Era tan dulce y amable.

-Hallo, junge.

Dijo el nazi con sutileza, viendo de reojo al ecuatoriano enfurecido, quien se había volteado al escuchar esas odiosas palabras. Ecuador no lo podía ver ni en pintura. Lo odiaba demasiado.

Reich, al ver que no respondía, simplemente dirigió su mirada a una pequeña pintura que, al parecer, TN había hecho: Era un retrato de su difunto perro Max, un tierno animalito sin raza, que Ecuador y ella adoptaron, de pequeño tamaño y ojos enormes, que había fallecido hace diez años. Eso quería decir que esa pintura era muy importante para ella.

Ecuador, al ver que Reich toqueteaba el viejo lienzo, estalló en rabia, y lo empujó bruscamente, haciéndolo caer de espaldas al piso.

-¡No toques la maldita pintura!

Le gritó Ecuador a su contrario, mientras agarraba la pintura y la abrazaba con fuerza, como si la quisiera proteger de las garras de alguna bestia horrible. Por otra parte, Reich, enfurecido, agarró algo sin mirar que era, y lo lanzó certeramente a la cabeza de Ecuador, haciendo que el tricolor caiga al piso con la cabeza sangrante. Vaya sorpresa que se dieron los dos al ver la figura del Nazareno en mil pedazos y el lienzo con grandes manchas de sangre aún fresca.

-¡SERÁS IDIOTA, MIRA LO QUE HICISTE!

Volvió a gritar el de escudo al nazi, quien observaba consternado la escena: la figura en pedazos y la pintura feamente manchada. Eran cosas simples, si, pero tenían un gran valor sentimental para los dos asesinos, más que nada para TN, cosa que también era un peligro, pues ella podía acabar con la vida de los dos si quisiera, aunque tenga un gran corazón como para hacerles algo. No podría.

Ecuador solamente recordaba haber salido corriendo a su habitación con lágrimas en los ojos, encerrándose allí por unos días, escuchando a las doce de la noche esos molestos fuegos artificiales que resonaban el 1 de enero, y aún seguía adentro, con la mente nublada. Tan triste. Las peores celebraciones de su vida.

*Fin del flashback*

Ecuador en ese momento se encontraba llorando, completamente ebrio, pues mientras recordaba todo, había tomado una botella entera de whisky amargo, y ahora estaba siendo llevado al baño por México, pues estaba a punto de vomitar.

-Ya por favor, no te pongas así. Esas cosas pasan.

Le decía México, intentando calmarlo un poco, pues, aunque se insultan y golpean, son muy buenos amigos, y le dolía ver a Ecuador de esa manera tan miserable, y todo por una mujer. Vaya crisis amorosa en la que se hallaba.

Mientras Ecuador vomitaba, su teléfono vibraba sin control, sin que este se hubiera dado cuenta de que su amada TN lo llamaba, así que el que habló fue México. 

*Llamada*

—Ecuador ¿Dónde estás?

Hola, TN... Soy México. Ecuador está conmigo, así que no te preocupes, lo estoy cuidando.—

—Ay, gracias al cielo, ya se me salía el alma del cuerpo. Traelo a casa, por favor.

Claro, en unos minutos estoy allí. Nos vemos.—

—Te veo allí, México.

*Fin de la llamada*

Entonces, México llevó a Ecuador de los hombros hasta su camioneta negra sin marcas, viendo como el ecuatoriano yacía inconsciente en los asientos traseros. México sintió lástima por él, viendo su gran dolor, pero simplemente se volteó hacia el asiento del conductor y empezó a manejar con cuidado, viendo con dificultad la espesa neblina que había frente a él, hasta llegar a donde Ecuador vivía.

México se estacionó en la puerta de entrada, para después llevar al inconsciente ecuatoriano hasta la puerta, en donde lo recibió TN, quien cargó a Ecuador en sus brazos y lo acomodó en su pecho. Ambos se despidieron y cada quien fue por su lado.

No habían sido los mejores momentos.

Desde que él vino, nunca lo fueron...

𝓖𝔂𝓷𝓸𝓹𝓱𝓸𝓫𝓲𝓮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora