Cap 12 (final)

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Derechos a: Bala-2006

Bueno este ya es el final disfrutenlo, pronto subire su respectivo epilogo...


Capítulo 12

Era una suerte que Rin estuviera de luna de miel porque habría sido terrible que presenciara todo lo que estaba aconteciendo en la casa de los Taisho. Por un lado, Inuyasha no le hablaba, la odiaba. Y, por otro lado, Kouga estaba empeñado en hacer planes para un viaje que ella no pensaba hacer. Ante Inuyasha no hacía más que hablar de la casa tan bonita que tendrían, de lo bien que crecerían sus hijos allí, etc. Con eso, solo conseguía poner a prueba la poca paciencia de Inuyasha.

Lo peor de todo era que la niña estaba siendo utilizada como arma arrojadiza para hacerse daño el uno al otro. Inuyasha no hacía más que insistir en que, si se marchaba, lo haría sin la niña. No estaba dispuesto a permitir que se la llevara lejos de él mientras que ella estaba dispuesta a decirle cualquier cosa que quisiera oír con tal de que esa amenaza no se cumpliera. El día de la boda, cuando no le quedó más remedio que regresar con Kouga tras el desplante de Inuyasha, lo primero que hizo fue ir a buscarlo con toda la intención de dejarle bien clara la verdad. Se recorrió toda la casa antes de ir al dormitorio, donde lo encontró leyéndole un cuento a la niña. Por un instante, se le quitaron las ganas de discutir hasta que él la miró como si fuera un insecto.

− ¡Márchate!

Si pensaba que iba a alejarla de su hija, lo llevaba claro.

− No pienso separarme de mi hija.

− Si piensas que vas a seguir durmiendo conmigo después de haber conspirado a mi espalda, vas lista. − cogió a la niña en brazos para llevarla a la cuna − ¿Por qué no vas a acostarte con él?

Ojalá no se hubiera dado la vuelta en ese momento para que pudiera ver hasta qué punto le habían dolido sus palabras. ¿Cuándo iba a darse cuenta de que ella lo amaba? Se acercó a la cuna, furiosa. Al ver que arropaba torpemente a la niña, le quitó las manos de en medio y lo hizo ella misma. Inuyasha no quiso ceder, pero, al comprobar la evidente diferencia entre su método y el de Kagome, accedió a que ella lo hiciera a regañadientes.

Cuando volvió a erguirse, decidió que no se lo pondría fácil.

− Y dime, genio, ¿qué vas a hacer cuando la niña tenga hambre si yo me voy?

Hizo amago de contestarle hasta que él mismo se percató de que no podría hacerlo por su cuenta.

− ¿Vas a darle tú el pecho en mitad de la noche? – continuó − ¿Se lo darás por la mañana temprano? ¿Y a la hora de comer?

- Vale, lo he cogido.

Bien, primer paso adelante. Solo faltaba ir ablandándolo poco a poco.

− Podrás quedarte con la niña... − comenzó − mientras te necesite.

No era el avance que ella esperaba, pero menos era nada. Esperaba que, para cuando la niña dejara de necesitar la leche materna, todo ese lío estuviera ya más que solucionado. No podían seguir así. Demasiados problemas... demasiado sufrimiento... Estaba harta de sufrir en la casa de los Taisho. Solo quería poder ser feliz de una buena vez con su hija y con el hombre al que amaba. ¿Acaso no entendía que vivía por y para él?

− Entonces, ¿cómo vamos a dormir?

La reacción de Inuyasha fue abrir un armario, sacar una maleta y empezar a llenarla con su propia ropa.

− Dormiré en la habitación de al lado.

Trató de quejarse acerca de su decisión, pero no había caso. Inuyasha estaba demasiado enfadado todavía y lo conocía lo suficiente como para saber que no era el mejor momento. Así pues, aceptó que se marchara y pasó toda la noche llorando.

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