Malditas Mierdas

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Abrí los ojos con dificultad y escudriñé el oscuro cielo nocturno. Intenté incorporarme para cambiar mi posición, pero al hacerlo, un agudo dolor atravesó mis oídos y la respiración se volvió un desafío.

Cuando finalmente logré levantarme, una extraña humedad descendía por mi rostro, sembrando un momentáneo pánico que rápidamente sofocó al tocarla. La sensación pegajosa en mis dedos reveló la cruda realidad: era sangre.

Con manos temblorosas, comencé a examinar mi rostro en busca de la fuente de la hemorragia. Mi frente, mis mejillas... y finalmente descubrí el origen en mi ojo derecho. El terror amenazaba con apoderarse de mí, pero me esforcé por mantener la compostura en medio del caos.

Mientras evaluaba la situación, los recuerdos fragmentados de los acontecimientos previos comenzaron a reensamblarse en mi mente.

Cada imagen, cada conversación resonaba de manera dolorosa, y cuando la verdad completa finalmente emergió, una marea de rabia e impotencia se adueñó de mi ser.

Murmullos apenas audibles escaparon de mis labios, mis amigos caídos ocupando mis pensamientos.

"¿Por qué?" "¿Por qué?" "¿Por qué lo hiciste?" "¿Cómo pudiste?"

Continué avanzando entre los escombros con las escasas fuerzas que me quedaban, cada paso una lucha contra el dolor y el cansancio. Minutos más tarde, mi resistencia cedió y me dejé caer al suelo, abrumado por una avalancha de preguntas sin respuesta. Mi mente era un torbellino de emociones mientras me sumía en la oscuridad, permitiendo que las lágrimas y los sollozos desahogaran el peso de la tragedia que me rodeaba.

Un tiempo después...

Mis párpados se abrieron lentamente, enfrentando una luz que irritaba mis ojos. Gradualmente, me orienté en el entorno, intentando discernir dónde me encontraba.

"Todo es blanco", reflexioné internamente mientras observaba mi entorno.

Después de examinarme, noté que estaba completamente envuelto en vendas de pies a cabeza. La familiaridad del entorno me golpeó con un escalofrío; me hallaba en un hospital.

Mis intentos por moverme resultaron en vano, mi cuerpo parecía inmovilizado, y comencé a emitir ruidos en busca de atención.

Poco después, una enfermera ingresó en la habitación y, al verme, pronunció unas palabras tranquilizadoras.

"Tranquilo, todo está bien", expresó con calidez.

En cuestión de segundos, un grupo de médicos y enfermeras se acercaron apresuradamente. Su examen no reveló ningún problema grave, y parecieron aliviados. Uno de los doctores se acercó y se sentó a mi lado.

"Ruslan, entiendo que esto debe ser abrumador para ti. No te asustes. Tu cuerpo está entumecido debido a todo lo que has pasado. Con el tiempo, los efectos se desvanecerán", me aseguró.

Tras unos minutos de espera, comenzaron a hacerme preguntas.

"¿Cómo te sientes?"

"Tengo un leve dolor en el estómago y... ¿Por qué no puedo ver con mi ojo derecho?"

"Eso se debe a que fuiste herido en esa área. Lamentablemente, la explosión de la casa donde estabas provocó la caída de fragmentos de vidrio en tu ojo. Afortunadamente, caíste en una estructura que te protegió de mayores daños", explicó el médico.

"¡No puede ser!" exclamé con angustia, sintiendo una creciente hiperventilación.

"Relájate, respira lentamente", indicó con calma.

"¿Mejor?" preguntó, una vez que había recobrado cierta calma.

"Sí, un poco".

"Hemos tratado tus lesiones eficazmente. En aproximadamente medio mes, deberías sentirte mucho mejor".

Un Militar en Mlp (Terminado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora