XII

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Sunoo lloraba en su habitación, otra vez, las lágrimas salían por sus zorrunos ojos a causa del chico que antes fue su mejor amigo.

Era el día siguiente que fue a comprar las cosas para esa maqueta y vio a Ni-ki y Eunha entrar a un auto, resulta que ese mismo día le pidió ser su pareja, ese día que pelearon en la mañana.

Se sentía terrible, no quería salir de su habitación ni comer, ni nada.

Me traicionaste... aunque nunca fuimos nada.

Sentía su corazón estrujarse cada que pensaba en él, sentía todas esas  promesas rotas, todas esas sonrisas, hasta los besos que alguna vez se dieron, ahora ya no podía pasar por los lugares que antes eran especiales porque ahora eran especiales para otra persona.

Hablabas con ella cuando estabas conmigo.

Todas esas lágrimas que secó y las quejas que escuchó, todo se fue a la borda y ya no había salvación.

Detener su sufrimiento era como detener la lluvia solo con sus manos.

Te amé y protegí en todos tus momentos... así que ¿Porqué?

Sunoo por fin se rindió, ya no quería seguir enamorándose, el amor duele tanto como una estaca en su pecho, cada lágrima era ácida al igual que los limones y cada lamento tan lastimero como el de un cachorro.

El amor no tiene límite... pero este encontró el límite de Sunoo.

La llevas a todos lados, a los que me llevabas a mi ¿Lo haces para hacerme sufrir?

Alguien tocó la puerta, era su padre.

-Cariño... tengo que ir al trabajo, si tienes hambre, dejé el almuerzo dentro del horno, solo tienes que calentarlo, te amo.

Sunoo no respondió, dejó que su padre se fuera y siguió en su sufrimiento.

Y es que ahora presumía a Eunha como si fuera un nuevo trofeo, oh, como desearía que ella estuviera tan lejos y que no volviera nunca... porque de alguna manera quería volver a lo que alguna vez fue con Ni-ki, el sentimiento de calor cuando se besaron, quería volver a ese momento, o al momento antes de enamorarse de Ni-ki para no hacerlo, si hubiera sabido esto... nunca lo hubiera amado tanto.

Se paró y salió, ni se maquilló, solo se puso las primeras prendas que vio, solo quería liberar su mente, quería caminar y seguir en su bendita ignorancia.

Sin querer llegó a la heladería que siempre iba con Ni-ki, lo estaban abriendo recién.

No miró quién lo hacía, ni por dónde caminaba, estaba tan hundido en sus pensamientos que cayó al no pisar bien, en frente de esa heladería, que humillante.

-¿Estás bien?- un empleado, aquel que le sirvió helado de cortesía lo ayudó a pararse.

Las lágrimas de Sunoo se aproximaron, ese "¿Estás bien?" había llegado de alguna forma a su destruido corazón.

-Vamos, entra- lo ayudó a pararse y a sentarse en una de las sillas frente al mostrador, individuales. -Tú eres el chico que viene con otro casi todas las semanas ¿no?

-Sí... pero él...- la mesa donde se sentaban estaba algo lejana, ahora estaba en otro asiento, de algún modo se sentía mejor.

-Ugh... ¿él es un idiota?- aquel chico limpiaba el mostrador.

-Sí... pero es mi culpa.

-No, claro que no- le entregó un helado de chocomenta aunque no había pedido nada -toma, la casa invita.

-Gracias... Me llamo Sunoo.

-Me llamo Sunghoon.












Cami~

Adolecent - SunKi♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora