cuatro.

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Un silencio –incómodo– era presente entre ambos jóvenes.

Me siento gay, ¿seré gay?. Quizás sea gay.

Sunoo trataba de ignorar aquellos pensamientos mientras dirigía su mirada hacia las puertas de cada casa aún con sus manos cogiendo fuertemente la soga de su maleta. Por coincidencia absoluta, ambos hogares de cada uno quedaban en la misma dirección haciendo que así, caminen juntos por la misma acera.

Por decisión propia.

— Entonces, ¿dónde queda tu casa?. –preguntó de imprevisto el pelinegro tratando de aligerar el ambiente.

— ¿Eh? Ah... c-cerca, muy cerca. ¿Cómo está-... ¡Auch!. –recibió un golpe en la frente por no mirar por donde caminaba.

Empezó a frotar suavemente su frente con su palma pero una mano lo detuvo. Miró fijamente al mayor quien tenía una expresión seria, rápidamente sacó un paño, una bendita y agua: mojó el paño con el agua y empezó a sobar con este su frente, terminando de hacerlo colocó despacio la bendita que tenía adornos de flores rosas muy tiernas.

— Estaba con un pequeño raspón; no deberías hacer eso si tienes este tipo de golpes, sólo lo infectarías más. –agregó mientras continuó caminando.

— ¿Por qué llevas eso en tu maleta?. –se acercó mientras mantenía una sonrisa en el rostro. Se sentía bien que alguien se preocupe por él.

— ¿Tú no? –negó–. Pues, soy muy torpe. Tiendo a chocar mucho y golpearme, por eso lo llevo conmigo. Además, debido a ello suelo meterme en problemas.

El pelirosa ladeó la cabeza un tanto confundido–. ¿Eres pandillero?. –preguntó con rareza. El sonriente Heeseung sunbaenim, ¿peleando? Imposible.

— ¿Qué? No. A veces chocar con un grupo de estudiantes rebeldes no ayuda mucho, y no voy a dejarme caer por ellos, ¿comprendes, cierto?.

Asintió. Un recuerdo vino a su mente y cayó en la realidad.

Mierda, mi casa.

— ¡Sunbaenim! Ya llegué a mi casa. –detuvo su paso señalando un hermosa puerta decorada con plantas a su alrededor. Muy ecológico para su gusto.

— ¿Aquí vives?.

— ¡Sí!. Mi mamá adora el medio ambiente así que... sí. Bueno, adiós. –por suerte la puerta estaba abierta sino iba a quedar como un completo idiota.

Esperó quince segundos para volver abrir esta y a lo lejos pudo observar al pelinegro volteando en la esquina. Suspiró aliviado y trató de salir pero una mano lo detuvo.

— ¿A dónde crees que vas, Kim Sunoo?.

Ay...

***

— Entonces, ¿dices que no puede ver tu casa porque tu madre está...? –sirvió dos tazas de té mientras conversaba con su nuevo amigo y alumno.

— ¡Loca! Es una maldita loca esa vieja rabiosa. –soltó un fuerte suspiro–. Lo lamento señorit-..

— Sana. Dime sólo Sana noona, ¿acaso no somos amigos tierno Sunoo?. –alboroto sus cabellos rosas mostrando una gran sonrisa.

— Noona..hehe~. ¡Woah! Se siente un poco raro llamar así a la enfermera del colegio. –soltó una leve sonrisa.

— Por cierto, ¿estás mejor?. –la miró confundido–. Tu frente, el martes tenías una herida leve; parece que aún no mejoró porque usas esa bendita. Déjame ayudarte.. –estiró sus manos hacia la bendita para poder sacarle pero este se alejó asustándola.

꒰ manzanita..  丼   enha.  𐠓  heesunoo ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora