Capitulo 3: Eryx, la invasión

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Pensé que mi viaje seria más sencillo, pero con tantas historias y profecías sobre el fin de nuestro mundo, nos esta llevando a tiempos de guerra contra el pueblo vecino por la sabiduría de los Aneros, sabios que tienen manuscritos sobre toda leyenda o historia, hay que estar siempre alerta. Mientras los guerreros están en la batalla, por nuestra seguridad, niños, ancianos y mujeres nos resguardamos lejos de ella en los afluentes y el río madre, entre Sella y la selva caliente de Fentos.

Me llamo Eryx, soy un chico de 15 años y sin negarlo, un poco rarito, al igual que mi amiga Ersna, y lo somos solo porque no creemos en los dioses y la magia en la que se basa nuestro pueblo. Mi madre y yo vivimos en una casa en un árbol al lado de un afluente llamado Arepxodis, en el que mi padre nos dijo que estaríamos a salvo. Me gusta mirar desde mi ventana, porque veo una isla gigantesca de la que mi madre habla mucho... "una tierra de esperanza", su nombre es Delaya. Nos hacemos llamar hijos del agua o, en nuestro idioma, "Adanaelini". somos grisácea y escamosa con el cristalino negro y los iris azul claro, la única variante entre nosotros es que nuestro cabello puede ser de cualquier color frío, es decir, azul, violeta, negro, verde... y tenemos un "don".

Mi abuelo, cuando aún vivía, me contaba historias de por qué éramos así y nos decía: "hace millones y millones de años el dios Acremis, dios del espacio capaz de destruir una estrella con sus propias manos y crear una costelación de un suspiro, y Axsemia, diosa del océano que convive con los animales marinos, fueron amantes y de ahí nació Sinori, un ser que allí por donde pasaba dejaba un rastro de agua. Al darse cuenta, Axsemia probó a dejarlo meterse en el agua y vio que su hijo podía transformarse en un material acuoso semejante al agua. Pero en el momento en que lo dejó en la orilla del mar Sinori , de ahí su nombre, desapareció. Aquella noche las lunas enteras y alineadas hicieron que el mar burbujeara con fuerza. En ese momento Acremis separó a la desconsolada Axsemia de la orilla. Del agua nacieron los actuales pobladores de Fentos, con los mismos dones de Sinori".

Mi abuelo se emocionaba con la historia, pero yo no creo que ocurriera eso, como dije antes no creíamos en la magia.

Mi amiga Ersna vive en el final del afluente y vamos mucho por el mar cuando no hay colegio, viendo a las serpientes marinas y a los tieros volando sobre el agua. Un día vimos a dos tieros, unos dragones con características de águila:

- ¡Mira Ersna!

- ¿que ocurre ?

- Mira esos tieros, parecen muy felices

- Si, porque no tienen ni idea de las guerras que hay a nuestro alrededor

Ersna siempre había sido un poco especial, en resumen, era un poco deprimida pero yo le ayudaba para que sus comentarios negativos no le rondaran la cabeza.

- Si pero mira como se ayudan para coger las frutas de ese arbol al que no llega el pequeño -

Unos días después, mientras estábamos en una de estas escapadas algo cayó repentinamente del cielo, el agua empezó a temblar y salimos del agua. Nuestros enemigos habían llegado hasta Sella. Oí una voz de lejos, hasta que me di cuenta de que era la voz de mi madre gritando.

-¡Huid! ¡Escapad!

Me gire y la vi a llorando e intentando escapar, transformarse en agua era inútil por que al ser los invasores de nuestra misma especie el " don " no servia.

Nunca había visto a los del otro pueblo porque mi padre decía que era peligroso acercarse a la orilla que daba con ese pueblo, por eso nos mudamos a la parte del mar inmenso, eran un poco diferentes su piel era más oscura y el cristalino blanco, en ese momento nadamos rápido a la orilla, al llegar nos cogieron y no me acuerdo de los detalles con certeza, pero nos llevaban a algún lugar cuando le hice tropezar al hombre que me sujetaba y escape pero aún me siento culpable por que Ersna no tubo la oportunidad. Conseguí llegar a las afueras del pueblo en la orilla del mar Sinori, corrí por la orilla durante una media hora sin parar, hasta que llegue al pueblo donde se crió mi padre. Busqué a la hermana de mi padre, que fue lo que él me pidió si llegaban a invadirnos. Al llegar estaba agotado, pero en aquel momento solo pensaba en encontrar a mi tía.

La encontré por fin en la capilla de Axsemia, le expliqué lo sucedido y me dijo que en este momento tenía que descansar y que ella iría a avisar a la guardia para que ayudaran.

Al día siguiente me sentía angustiado y desconcertado, mi tía vino con una infusión de yerdina, una bebida relajante ; no hacía más que pensar en mi madre gritando y en mi amiga llorando y diciendo que buscara ayuda. Mi tía se sentó a mi lado y me dijo que fuera a orar a los dioses del Epeligeo para que velaran por el pueblo. Yo no creía en los dioses pero era lo único que podía hacer.

Llegué al templo, no vi más que figuras sin brazos e inscripciones en ellas de todos los dioses del Epeligeo. Yo no entendía por qué les adoraban si raras veces actuaban, aunque cuando se solucionaban los problemas eran casualidades. Llegué al pedestal del dios Acremis acompañado de la figura que se asemejaba a Axsemia y ore en voz baja.

- Por favor, Acremis, sé que no te he orado los días de lluvia en honor a tu hijo, pero ahora recurro a tu ayuda para que protejas a mi madre y a Ersna. Son las personas a las que más quiero.

Tras dejar la flor Triá, símbolo de fe, me alejé y volví a casa de mi tía. Pasados dos días de planificación y orden decidí ir a ver a los Aneros y descubrir como parar las guerras y saber como protegernos del fin de nuestro mundo. Decidí emprender un viaje a la zona rocosa de Fentos.

Las islas de DariénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora