"Pequeñas gotas caían sobre mi cabeza desde el techo de la húmeda cueva. Se originaban en una grieta, resbalaban por la estalactita donde quedaban pendidas unos instantes y luego se dejaban caer hasta desaparecer y mezclarse con las otras gotas de agua en uno de los muchos charquitos de la estancia.
Me había sentado en una estalagmita partida, y miraba uno de los charcos de la cueva.
En él podía ver una figura demacrada, de huesos marcados y músculos entumecidos. Su cabello plateado caía sobre unos ojos hundidos de color amarillo, partidos por una pupila vertical, que le daban un aspecto inquietante. Dos orejas puntiagudas sobresalían de entre el pelo, a los lados de la cabeza y los rasgos afilados daban a la criatura un aspecto felino.El resto de su cuerpo (o la parte que se veía de éste), incluida la cara, estaba cubierto por una fina capa de pelaje del mismo color que el pelo. Por último, en la parte posterior del cuerpo donde debería acabar el coxis,éste se alargaba hasta formar una cola de metro y medio de longitud.Tardé unos instantes en darme cuenta que aquella raquítica figura era yo. Me sobresalté y casi caí de mi improvisado asiento.Azorado, desvié la mirada para observar cómo dormía mi hermana pequeña Robin. Ésta estaba acurrucada en un rincón de la cueva con su cola rodeándole la estrecha cintura. Cansado, me tumbé junto a ella para descansar y darle el poco calor corporal que podía ofrecerle, para mantener a la pequeña viva en aquel inhóspito lugar. Estábamos en una de las montañas circundantes al macizo de ÖK, situada bajo el nacimiento del río Glaciar, donde la roca es ligeramente porosa. De ahí la constante filtración del agua por las grietas.
Cerré los ojos pensando en todos los acontecimientos de los últimos días, en el hecho de abandonar la tierra en que nos habíamos criado. Ahora nos dirigíamos al Templo, donde estaríamos a salvo. Sacudí la cabeza, pesaroso, tapé al diminuto cuerpo de mi hermana con un trozo de mi capa, para que no tuviera frío y me dormí. A la mañana siguiente estaríamos a salvo en el Templo y no tendríamos que huir nunca más...
Desperté a mitad de noche con el sonido de un cuerno de caza y un sabor metálico en la boca. Nos habían encontrado."
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Las islas de Darién
FantasíaPor el momento, esta historia permanecerá paralizada por falta de tiempo para completarla. Disculpen las molestias.