Capítulo 25. La luz que solo yo veo.

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—Pues entonces dime que has estado haciendo o me largo —me cruzo de brazos y lo miro fijamente.

—Pues... He estado con unos viejos amigos.

—¿Y ya?¿Porque no me has contestado a mis llamadas? Podrías haberme enviado un mensaje por lo menos.

—Lo sé, pero me deje el móvil en el coche. No te enfades —dice con el tono de voz mas calmado.

—Vale...

—Venga, ahora si. Vamos a dormir —señala la cama y se acomoda.

—¿Solo dormir? —sonrio juguetona. El alcohol sigue en mi cuerpo aunque menos que al principio. Esta pelea sólo me ha servido para bajar un poco la borrachera.

—Si. Tengo sueño —apaga la lamparita de noche que tiene sobre la mesilla—, buenas noches.

Pero ahí no se acaba. Yo no tengo nada de sueño y me va a costar dormirme.

Me acerco a su lado y me pego a él. Le doy un leve beso en la nuca y noto como se le ponen los pelos de punta.

Acaricio su torso y delineo el tatuaje que lleva inscrito en su costado.

Un árbol sin hojas, sin flores, completamente seco.
Sigo cada una de las ramas con la yema del dedo y observo el otro tatuaje que lo acompaña.

En el brazo, cerca de su codo se encuentra una flor con solo colores grises. Apagada, triste.

—Creo que este es mi favorito —susurro creyendo que no me va a oír.

—¿Porque? Yo lo odio —contesta para mi sorpresa.

—No sé, resulta hermoso que tengas una flor rodeada de toda esta oscuridad —digo, mientras mi dedo se mueve sobre el diseño de una calavera marchita justo debajo.

—Nunca lo había visto de esa manera —se gira para quedar enfrentado a mi—. Tu siempre ves mi luz, ¿como es posible, si no hay ninguna?

—Hay muchas, algún día tu también la veras.

—Eso espero —posa su mano en mi barbilla y la levanta ligeramente para juntar nuestros labios.

Gira de nuevo sobre su cuerpo y se coloca en la posición de antes.

Me sabe a poco y lo vuelvo a abrazar por detrás.

Repito la caricia de hace menos de un minuto pero esta vez me detengo en la cinturilla de su bóxer.

Apoyo la mano sobre su miembro y ejerzo la mas mínima fuerza sobre él.

Dani gime como respuesta.

Al parecer no tiene mucho sueño.

Pellizco la goma elástica de su calzoncillo y meto la mano dentro de ellos.

Agarro su polla y deslizo mi mano alrededor de ella, arriba y abajo.

Inspira aire y ahora un grito cuando paso el dedo limpiando la gota que se le ha acumulado en la punta.

—Joder... —maldice entre dientes cuando acelero el ritmo.

Cuando se gira, su mirada refleja deseo y me doy cuenta de que he despertado a la bestia.

Se posiciona encima mio y devora mis labios.

Respondo al beso y atrapa el gemido que se me escapa cuando su mano se aventura en mis bragas.

Dibuja círculos sobre mi clítoris a la vez que nuestras lenguas se encuentran.

Cuando creía que iba a apartar la mano, mete sin avisar dos dedos en mi y me penetra lentamente.

—Por favor... —no se que le estoy rogando; si que me folle con los dedos mas rápido o que termine con esta tortura y me haga suya.

—Tranquila pequeña.

Traza círculos dentro de mi y acelera el mete saca de sus dedos.

Mis músculos de la cadera hacia abajo comienzan a tensarse y siento una necesidad increíble de que me folle de verdad.

—Vamos nena, correte —jadea en mi oído y me dejo ir.

Me corro sobre sus dedos y después de retirarlos me siento vacía.

—A la mierda todo —dice a la vez que rasga el envoltorio metálico y se coloca el condón.

Podiciona su pene en mi entreda y suspira.

Empuja con fuerza y me llena de nuevo pero esta vez como ambos deseábamos.

Se mueve en mi interior sutilmente y esconde su cabeza en el hueco de mi cuello.

Llevanto las caderas de la cama para crear fricción y pedirle que acelere el ritmo.

Noto como palpita su polla dentro de mi, cosa que me indica que le queda poco, al igual que a mi.

—Joder... —gime cuando muevo las caderas en círculos.

—Da...Dani —jadeo.

—Mierda, me voy a correr ¿vale, nena?

Asiento y emito otro gemido entrecortado.

Acelera el ritmo y nuestros cuerpos resbalan por culpa de la fina capa de sudor que nos cubre.

Mis gemidos se hacen mas seguidos y simplemente me dejo llevar en un orgasmo jodidamente placentero.

Sus movimientos no cesan hasta que se vacía en el interior del condón.

Se hecha a mi lado en la cama y coloca las manos detrás de su cabeza.

Tapa ambos cuerpos con la sabana y cierro los ojos satisfecha al lado de mi oscuro hombre.

Acaricia mi espalda hasta que me duermo y sueño con un chico de ojos color café y en la poca luz que solo yo puedo ver.

(...)

Giro sobre mi cuerpo y observo al hombre tan guapo que tengo a mi lado.

Intento incorporarme pero el brazo que tiene estendido sobre mi torso no me deja moverme.

Tengo calor y valoro la opción de despertarlo para poder ir a darme una ducha.

Al fin decido no levantarme y seguir observándolo un rato más.

Sin poder evitarlo, acaricio su pelo y parpadea fuertemente hasta que asoma sus preciosos ojos a través de sus largas pestañas.

—¿Que haces? —pregunta con voz ronca y se tapa la cara con la almohada.

—Queria ir a darme una ducha pero tu brazo no me deja levantarme.

—Te acompaño.

Se pone de pie y comienza a vestirse mientras yo me dedico a admirar las vistas.

—¿Es que no te vas a levantar nunca? —replica y vuelve a ser el desagradable hombre que tanto me gusta. Aunque ayer no estuvo nada mal.

—Si... ahora voy —digo mientras mis mejillas se encienden.

—¿Estas esperando a que me vaya para vestirte? Te recuerdo que ayer lo vi todo.

Me ruborizo y me rio aunque intento disimularlo tosiendo.

—No importa —cogo mis bragas y me las pongo de espaldas a él. Algo me dice que está mirando y de hecho lo compruebo al darme la vuelta para buscar el sujetador.

—Menuda diosa —silba y se acerca para subirme la cremallera del vestido.

Sonrio y nos dirigimos a las duchas comunitarias que tanto odio.

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2/3

Sigo a los 7 comentarios.

Graciaas.


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Cállate y Bésame (HOT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora