Swan-Mills: El despertar [SwanQueen]

La sorpresa

I

"¿Por qué me ocultaste que Rumplestiltskin era mi padre biológico?"

Esa pregunta retumbaba en los oídos de Cora como campanas de feria y vagaba por su mente como un enigma que, muy en el fondo, sabía que no quería resolver. ¿Cómo contarle a tu hija que le ocultaste quién era realmente su padre? ¿Cómo contárselo tras ser perdonada por la cantidad de atrocidades que había cometido? Sentía que si confesaba, que si le decía la verdad de sus actos y las razones que la llevaron a mentirle durante tantos años, iba a perderla de nuevo. Pero entonces, otro pensamiento pasó a toda velocidad por su cabeza. También la perdería si no se lo contaba, si volvía a sus viejos hábitos y le ocultaba la verdad. Había aprendido por las malas que la verdad siempre encuentra su camino hacia la luz y sus seres queridos acaban descubriendo aquello que con tanto afán se había esforzado en ocultar. ¿Valía la pena el riesgo? ¿Valía la pena traicionar la confianza de Regina una vez más? No, por supuesto que no. Porque a fin de cuentas iba a ser la misma alcaldesa la que iba a acabar herida cuando lo descubriera, la que iba a pagar el precio de sus mentiras y ya no podía permitir que eso siguiera sucediendo. Era hora de enfrentarse a sus pecados.

"Tenía miedo de que supieran que mi hija no era del rey" confesó la castaña, sin tapujos, eso era exactamente lo que temía cuando decidió fingir que Regina era hija de Henry.

"Explica eso" exigió Regina.

"Durante mi juventud traté de encontrar un rey o un príncipe con el que casarme, como ya sabrás yo siempre quise formar parte de la realeza y hubiera hecho cualquier cosa para dejar de ser la hija del molinero" Cora se dio cuenta de que todo lo que salía por su boca parecían excusas, pero no pretendía que lo fueran, estaba dispuesta a aceptar las consecuencias de sus actos, pero antes debía poner a su hija en contexto. "Conocí a un hombre en un bar en el que trabajaba de camarera, él me hizo creer que era un noble, un príncipe, pero era un farsante, no era más que el jardinero real. Desgraciadamente, cuando lo descubrí yo ya me había quedado embarazada de... de la mujer que te sujeta la mano" la castaña descendió su mirada al puño cerrado de Regina.

"Zelena" musitó la morena.

"Eso es, es un nombre bonito la verdad" sonrió ligeramente. "Yo no se lo puse, cuando la tuve la abandoné en una cesta que, por lo que tengo entendido, fue trasladada a Oz y ahí una pareja la adoptó"

"Desconozco la historia de la vida de Zelena y, la verdad, no me interesa" contestó Regina frunciendo el ceño, sentía que Cora estaba perdiendo el tiempo y eso era justamente de lo que no disponían.

"Después de abandonar a Zelena seguí en mi búsqueda de un príncipe. Lo intenté con Leopold, pero Eva me ganó esa batalla... pero no la guerra. Años después la envenené y lo planeé todo para que rescataras a Snow y te casaras con el rey" Cora sentía vergüenza al oír esas palabras salir de su boca. Era una completa sociópata, igual que su primera hija, y no se había dado cuenta de la gravedad de sus actos hasta que lo dijo todo en voz alta.

"Esa fue la peor decisión que pudiste tomar" soltó Regina. "Nadie me ha hecho tanto daño como Leopold, nadie..." se le rompió la voz al recordar por lo que ese ruin hombre le hizo pasar.

"Te juro que no tenía ni idea de lo que el rey te hacía, de haberlo sabido le hubiera estrangulado el cuello yo misma. De hecho, ni siquiera lo descubrí estando viva. Le pedí a Emma que lo investigara por mí porque tú no confiabas en mí, pero no llegó a tiempo de contármelo, yo ya me había ido"

"Lo que sucedió con Leopold es pasado, prefiero olvidarlo y no volver a hablar del tema. Incluso he hecho las paces con Snow en ese aspecto, ella está de acuerdo conmigo, Leopold no era un buen hombre, sería un buen padre, pero fue un horrible marido" la reina tomó una bocanada de aire para apaciguar los nervios, esa situación la superaba, pero estaba dispuesta a llegar al fondo del asunto. "Continúa, por favor"