Sólo un café

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I

Emma esperó 10 minutos sentada en una de las mesas de Granny's, altamente impaciente por ver a Regina, si es que venía. Le daba miedo pensar que la morena pudiera haberse arrepentido de pedirle el café y que no fuera a presentarse. Estaba inquieta, su pierna se movía inconscientemente y sus uñas daban golpecitos en la mesa, estresando al resto de clientes. Ruby pasó un par de veces por su lado para pedirle la orden, pero Emma contestó que estaba esperando a alguien, aunque en realidad cada vez parecía más que le habían dado plantón.

Cinco minutos después escuchó, por fin, la campanita de la entrada del local y dirigió su mirada rápidamente a la persona que cruzaba la puerta. Su rostro se iluminó al ver a Regina atravesar el umbral y sus ojos comenzaron a chispear de una manera que no supo ocultar. Regina llevaba un vestido lavanda oscuro ceñido y un abrigo negro, nada fuera de lo habitual para la alcaldesa, pero a Emma le pareció que estaba más guapa de lo normal. Parecía una princesa, corrección: parecía una reina. Su piel estaba bastante blanca, indicio de que, como bien había afirmado ella, no salía demasiado de casa, pero eso hacía resaltar mucho más su oscuro cabello y sus labios escarlata. Tal y como la estaba describiendo, Emma pensó que le daba un aire a Snow White, pero prefirió guardarse esa comparación para ella. La morena la saludó con una sonrisa y se sentó en su mesa, quedando cara a cara.

"Me alegra que haya venido" dijo una sonriente Emma.

"La llamé yo" le recordó Regina.

"Lo sé, pero pensé que se habría echado atrás" contestó la rubia.

"Yo no me echo atrás" dijo esas palabras con recochineo. "Siento el retraso, tuve que distraer a mi marido" se excusó.

"Robin no está de acuerdo con esto, ¿verdad?" supuso la sheriff.

"No, no lo está..." suspiró Regina. "Él no es malo, sólo que no se fía de las personas. Dice que yo soy demasiado buena y tiene miedo de que me hagan daño o de que me deje influenciar y lo abandone"

"¿Por eso no la deja salir?" indagó Emma.

"Nunca dije que no saliera de casa, sólo que salía poco. Me gusta el interior, la seguridad de mi casa, mis cosas..." explicó la morena.

Emma entrecerró los ojos e inclinó su cabeza ligeramente, estaba estudiando el comportamiento de Regina, ya que una de sus alarmas internas se había activado. Analizó su tono de voz, su mirada, su lenguaje corporal y, cómo ya esperaba, detectó una mentira. Regina no estaba siendo sincera, no se quedaba en casa por que le gustara el interior, esa era la excusa más pobre que había oído nunca. No le gustó en absoluto las señales que estaba captando de ella, había investigado a demasiadas personas, de entre ellas mujeres, para reconocer esos indicios. Esconder las manos bajo la mesa, no quitarse el abrigo y mostrar sus brazos, rascarse la nuca, justificar comportamientos inaceptables... todo comenzaba a tener sentido.

"Pero usted es la alcaldesa" dijo Emma. "¿No tiene que ir a su oficina en la alcaldía?" esa era la pregunta del millón, de esa respuesta dependía preocuparse realmente o que fuera una simple falsa alarma.

"Con un ordenador y un teléfono puedo hacerlo casi todo" informó con una pequeña sonrisa que Emma categorizó como forzada. "¿Qué hay de usted? ¿Cómo está Jones?"

Acababa de desviar la pregunta, esa era la única confirmación que Emma necesitaba. Se tragó su miedo y su pena, para no incomodar a Regina, y decidió seguir la conversación que quería la morena. Se trataba de enamorarla para recuperar a su reina, no quería perturbarla y estropear eso.

"Está bien, pero trabaja mucho" no mintió, dijo lo único que sabía que era cierto, ya que la mañana anterior Hook la había despertado con esa información. "Sin embargo, no me importa demasiado. Ahora yo también vuelvo a ejercer" sonrió orgullosa de su logro y sacó su placa del bolsillo.

Swan-Mills: El despertar [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora