✏|No Es Un Adiós...

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Varios tipos de comidas fueron puestos uno por uno sobre la mesa; Koni, junto con Shoto, ponían los platos para todos.

Katsuki, Mina e Iida habían ido de compras para conseguir palillos, dado que Dai solo tenía para ella y Koni.

—Listo, hemos terminado —anunció Momo poniendo en el centro de la mesa una linda tarta de fresas.

—¡Wow! Se ve sabrosa —pronunció Toru dando algunos aplausos.

Shikichi bufó, saliendo por la puerta trasera que la llevaba hacia un pequeño jardín. Sus horas de sueño se habían acabado, realmente ahora tenía que cenar con unos completos desconocidos.

—Quiero dormir... —susurró rascándose con un poco de fuerza los ojos.

—Dai-san... —la llamó una voz desconocida.

Volteó hacia atrás, encontrándose con un chico de cabello puntiagudo de color rojo y unos profundos ojos del mismo color.

—¿Qué? —preguntó con tono de fastidio.

—Gracias por dejarnos quedarnos... —dijo desviando la mirada—. Realmente queremos ser tus amigos —sonrió.

Lo detestaba, ese maldito sentimiento de aceptación. Bajó la mirada, negando con la cabeza sin mirarlo.

—Solo... Manténganse alejados de mi vida —pronunció con dureza, ignorando por completo su expresión de sorpresa—. Yo no necesito que los héroes traten de salvarme.

Entró nuevamente a su casa y, en el camino, se encontró con Koni, la cual sostuvo su brazo para detenerla.

—¿Qué sucede, Dai? —preguntó con un tono de preocupación.

—Sácalos de aquí, antes de que le prenda fuego a la maldita casa con todos dentro —habló entre dientes, soltando su brazo con violencia.

No le importaron las miradas que recibió, solamente siguió su camino hacia la habitación, encerrándose en ella por completo.

Se quedó ahí durante toda la noche, hasta el momento en que escuchó que la puerta era cerrada y la casa volvía a ser silenciosa. Sí, ella no era una buena persona. Por desgracia, nunca supo ni deseaba saber cómo hacer amigos; de hecho, fue Koni la que se acercó a ella.

Bajó la mirada, observando sus manos en silencio. No quería nada, solo desaparecer del mundo y nunca volver a renacer.

Luego de unas cuantas horas, cuando los rayos de sol comenzaron a entrar por su ventana, decidió bajar hacia la planta baja. Encontró sobre la mesa un plato de comida junto a una nota. Al instante, supo que era de Koni al reconocer su caligrafía.

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⏰ Última actualización: Jun 24 ⏰

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