38. Estallido De Verdad

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Es increíble cuántas cosas pasan en ocho semanas, se va el tiempo de volada, de una forma que te desequilibra

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Es increíble cuántas cosas pasan en ocho semanas, se va el tiempo de volada, de una forma que te desequilibra. Días después de la gala salieron fotos mías y de Silvain en revistas, afortunadamente no surgieron especulaciones, quedó claro que fui solo una acompañante, su asistente. Así que el hecho lo dejé en el pasado. Antier estaba en la celebración de la graduación de Mila, pasándola genial, feliz porque ella lo es, hoy se oscurece el mundo. Todo sucede con premura, en un respiro ya nos vemos sobre una fecha disque lejana. Es cuestión de dos segundos y se vuelve pasado. La forma tan absurda como ocurre el desenlace y te pone en consecuencia un resultado es una bomba explosiva. Mientras más lo veo, menos lo creo, soy una víctima del estallido y tirada en el suelo del baño con una prueba de embarazo en la mano, encuentro los escombros de un impacto poco amortiguado.

Siento el yeso frío de la pared, parte de un espacio que jamás sentí reducirse tanto, me aprisiona y el ahogamiento rodea mi garganta.

He ignorado las señales, la evidente razón de bruscos cambios físicos y emocionales. Saco cuentas y ya va el segundo trimestre, tengo casi quince semanas de embarazo. La primera vez que estuve con Silvain no hubo protección, al segundo encuentro sí, pero todo indica que ha sido irónicamente cuando estuvimos juntos en ese hotel. Del nerviosismo torrencial viene un desastre que me quiebra. Es inconcebible la idea, estoy en el limbo de la aprehensión, aterrada por no saber manejar la magnitud de dos rayas.

Analítica, sigo viendo el tercer test entre mis dedos que avala de nuevo el positivo. 

La palma que cubre mis labios vibra en el llanto, no importa cuanto lo intente, no puedo parar. Las idas de locuras otra vez me embaucan, recordando que se me escurre entre los dedos la situación. Siento un dolor sobrepujante que no puedo drenar por completo. En pie, una necesidad a grito me hace ver mi abdomen, hay que estar ciega o negada rotunda a la verdad, se me nota un poco. Solo he pasado desapercibida para el resto porque con vestidos, camisas o blusas holgadas no se evidencia. Esto me obliga a contarle a Mila lo que no he podido develarle.

Tampoco tengo mucho tiempo, ya se hace tarde para ir a trabajar. Luzco fatal, es obvio que estuve llorando, ya mis facciones se tornaron rojas y la hinchazón terrible. Me lavo la cara varias veces, no importa cuanto lo haga, sigo viéndome realmente mal; recojo las cajitas echándolas en el cubo de basura, pero me quedo todos los test, posterior a eso voy a la habitación.

Reflexiono en la cama, postergando la hora de decirle todo a ella. A partir de hoy mi vida cambia, la perspectiva es otra y los nervios se multiplican a un nivel desmesurado. No estoy preparada para concebir un hijo, de hecho nunca lo medité. Tengo miedo, no sé cómo lo tome Silvain.

—Aryanna, ¿por qué sigues ahí, es que no vas a trabajar? —se preocupa, da dos toques a la puerta.

—De hecho ya voy de salida...

—Bueno, ven conmigo, puedo llevarte al trabajo. —se ofrece, por lo que me dijo anoche, sé que va directo al aeropuerto para tomar un vuelo a Los Ángeles, se va unos días a la ciudad junto a sus padres que hace días vinieron para presenciar su graduación.

El JEFE NARCISISTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora