...un día normal, un día cotidiano.
Con el pasar del tiempo, me sumía cada vez más y más en mi oscuridad interna, aislándome completamente y al mismo tiempo perdiéndome. Mi ego se apoderaba poco a poco de mí, y mi lado más ermitaño salía a relucir nuevamente. Me decía a mí mismo que no necesitaba de nadie ni de nada para ser feliz o estar bien, que yo podría con todo. Renegaba de toda existencia de algún dios y me decía al carajo su voluntad, que se haga mi voluntad. ¡Escribiré mi destino con mi propio puño y letra! Si realmente existiera ese ser todo poderoso y omnipotente, ¿dejaría que el mundo, no, su propia creación, se pudriera cada vez más y más? Pues realmente no es todo poderoso, y si es todo poderoso, no es bueno del todo. Mi ego y mi rabia consumían cada parte de mí. Estaba totalmente cegado y aún así, en el fondo, yo sabía que eso no era lo peor de mí, sino que aún falta descubrir mi ser más maquiavélico, si podría describirlo de alguna manera.Con el paso del tiempo, me alejaba cada vez más y más de todos a mi alrededor. ¿O acaso era que yo lo hacía por cuenta propia? Pues de una u otra forma, me quedé solo. Mi ignorancia hacía acto de presencia y mis demonios internos tomaban control sobre mí. Mi soledad y sufrimiento acababan con mi persona poco a poco. Era un veneno letal, una tortura lenta, perdiendo mi propia personalidad y voluntad. Así es parte de mi alma. Así fue como terminé en determinado momento de mi vida. Me daba cuenta de que al mirar mi rostro reflejado en el espejo de la habitación, mis ojos dejaron de tener vida. Realmente parecía un jodido zombie semana tras semana. Sentía como caía en un profundo abismo que se llama mente. Pero aún así, siendo consciente de mis problemas, quise seguir en caída libre. Ahora, mis únicos pensamientos eran: "¿Para qué? No vale la pena intentarlo". Prefería seguir atrapado ahí adentro que seguir viviendo en un mundo narcisista y lleno de esencias superficiales y estigmas religiosos. A donde quiera que fuera, era una jaula para mí. No podía soportarlo más. Soledad, ¿qué es? ¿Por qué muchos tienen miedo de estar solos? Pues al fin lo comprendí. Cuando perdí mi fe hace tres años, de cierta forma, sentía que algo de mí desaparecía. Pero aún así, logré conservar mi cordura. Y es que es cierto, el ser humano tiene que creer en algo para no volverse completamente loco, o al menos eso le da sentido a mi triste vida, ¿no? Pues todo eso se perdió. ¿Cuántas veces traté de recuperar mi fe, de sentir eso que te hace sentir, por lo menos, un poco seguro? Pues ahí, ahí amigos míos, me encontraba yo, en la verdadera y más pura soledad, totalmente vagando por el mundo sin rumbo alguno, sin propósitos, sin metas, y con una llama llamada vida extinguiéndose poco a poco.
Pero bueno, después de todo, no era tan malo, ¿cierto? ¿Cierto? El haber perdido un propósito o sentido a la vida. Desapareció toda motivación que había en mí. Todo se esfumó de repente. Ahora, mi único camino a seguir es vivir para aprender y saber si realmente valdría la pena haber vivido... Y así de tal forma poder decir que al menos fui dichoso y privilegiado al haber vivido una sola vez...
[Continuará...]