Un día normal, un día cualquiera, una semana más, un mes más, un año más... y así podría seguir la lista sin fin. Pero de repente, uno de esos días por la mañana despiertas somnoliento y te pones a reflexionar: ¿Qué carajos estoy haciendo con mi vida? Cuestionándote si realmente esto es todo lo que hay. Pues no, solo es la falta de motivación y, por supuesto, la voluntad que tanta falta te hace para ponerte de pie y comenzar. Comenzar un nuevo hábito, empezar a hacer ejercicio, hacer dieta, empezar a leer, escribir, etc. En mi cabeza, solo resonando aquella voz pequeña y débil y gritando con enfado: ¡HAZ LO QUE QUIERAS, PERO COMIENZA! Y es cierto, ¿cuántos propósitos de año nuevo nunca hemos podido cumplir por falta de voluntad y disciplina? Más aún, agregando el vivir una vida moderna donde todo te lo traen hasta tu casa sin necesidad de salir, y todo esto lo pudo comprobar esta maldita pandemia. El aislarte del mundo exterior, el tener una vida cómoda y confortable. ¿Y acaso esto tiene algo de malo? No, para nada, más que solo estancarte a ti y tu propio crecimiento personal. ¿Dónde quedaron aquellas experiencias del día a día, el correr detrás del autobús porque decidiste dormir cinco minutos más? Y sí, lo sé, vaya pésimo ejemplo, pero aun así, ese tipo de experiencias nos recordaban lo que se sentía estar vivos. ¿O acaso eres o somos conscientes de poder deleitar un almuerzo? ¿O siquiera la más sencillas de las frutas? Creo que no, estamos más ocupados posteando la elegancia del platillo en nuestro Instagram. Pero ¿qué más se puede esperar de una sociedad moderna como esta? Tenemos todo a un simple clic de distancia. ¿Quieres cenar? No hay problema, comida a domicilio. ¿Quieres ver algún estreno? Ahora existe el streaming sin necesidad de salir al cine, y podría seguir con más ejemplos como este, pero nunca terminaría. Dejamos hace mucho tiempo de disfrutar las cosas más simples y bellas de la vida, que nos hemos vuelto esclavos de una época moderna. Dejamos de valorar lo más valioso e importante que tenemos, que es el tiempo. Cuando ves a tus hijos crecer, dar sus primeros pasos, decir sus primeras palabras, el ver a tus abuelos y familiares en tu reunión familiar, estamos tan ocupados en construir un mundo virtual que solemos olvidarnos del mundo real, esos momentos que jamás JAMÁS volverán. Pero después de todo, solo es un día normal, un día cotidiano...