Desde que era niño, ha existido una gran duda en mi corazón, o tal vez, viéndolo desde la inocencia de un niño pequeño que se pregunta con mucha frecuencia: ¿por qué existe el mal? Y, como muchos, habiendo recibido una educación basada en la religión católica, todas las noches en mi mente me preguntaba: ¿por qué Dios crearía el mal y con qué fin? Seguía sin entenderlo. ¿Por qué seguían muriendo personas inocentes, por qué había ladrones, violadores y asesinos? Si Dios es todo poderoso, podría erradicar ese mal con solo pensarlo. ¿Entonces, por qué seguía existiendo?
Cada noche era la misma pregunta una y otra vez, y con más frecuencia cuando sucedían cosas malas en mi vida. Nunca me imaginé que el cuestionarme algo que a simple vista parece muy simple me llevaría a la cruda realidad de este mundo. No, de esta vida en general; el orden natural de la vida, o mejor dicho, el ciclo de la vida del que no muchos son capaces de percatarse o es que simplemente quieren evitar la verdad por lo doloroso que suele ser.
Sonará un tanto ridículo, pero así como el bien existe y de esa misma manera existe el mal, tiene que haber un balance. Porque si no, ¿de qué manera podríamos distinguir el bien si no existe el mal? ¿Por qué sin esos momentos llenos de dolor y melancolía en la vida, cómo seríamos capaces de crecer como seres humanos? ¿Cómo podríamos sentir que estamos vivos sin experimentar esas duras emociones? O si somos felices, ¿cómo podríamos ser capaces de distinguir la alegría sin la tristeza, el enojo de la calma? Y así podría seguir con ejemplos sin fin.
Pero lo realmente doloroso es saber aceptar que al final del arcoíris no hay una olla de oro, que al final del día existe un final feliz, que no todos tenemos un final feliz o un "felices por siempre". La realidad es saber distinguir tu vida de la vida que nos presenta Hollywood en cada una de sus obras. Sé lo duro que puede llegar a ser, lo deprimente que se torna, pero aún así, nunca debemos perder la esperanza. Porque aunque suene contradictorio, somos dueños de nuestra realidad y solo nuestros pensamientos pueden moldearla. Así que ¡no todo está perdido! Sé que pensaron que este solo sería un capítulo deprimente, pero no se den por vencidos y sean capaces de mirar a la vida a la cara y, con una sonrisa, decir: ¿eso es todo? Suerte a todos.