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—Porque hay que levantarse tan temprano —dijo Mikey bostezando mientras los demás entraban a la limosina.
—Porque les tengo que enseñar la escuela —dije sonriendo.
Yiki se sentó a mi lado y recostó su cabeza en mi regazo. Llevo mi mano a su cabello y yo sonreí.
Siempre le gustaba que yo le acaricie el pelo, dice que yo soy la única que lo relaja.
Mikey se sentó a mi otro lado y recostó su cabeza en mi hombro.
Seguro se va a dormir en todas las clases.
Cuando al fin llegamos a la escuela los chicos se dirigieron a sus salones y yo fui a la oficina del director —osea el odioso de mi hermano mayor— y toque la puerta.
La secretaria abrió la puerta y vi que tenía el labial un poco corrido y la camisa desabotonada.
Una vena apareció ne mi frente y pase de largo hasta la oficina de mi hermano, entre sin pedir permiso y me acerque para darle un golpe en la cabeza.
—¡Baka! —grite y el se sobo en el lugar que le di el golpe— tienes trabajo que hacer y te la pasas teniendo sexo con tu secretaria —abri los ojos y me acaricie la cien— voy a llevar a los chicos para que vean la escuela, porfavor encargate de trabajar mejor.
Tch, a pesar de el aparentar tener más edad que yo no es verdad. Yo llevo 3000 años en este mundo, el solo lleva 19 siempre lo tengo que estar regalando por sus errores, de verdad es un completo idiota.
Salí de la oficina de Kyoji y me dirigí a los chicos.
—Comenzaremos con su recorrido —dije con una sonrisa.
Caminé con ellos por todos los pasillos y les mostré los salones y el baño. Luego nos dirigimos hacia los locales de los clubes como Basketball, Volleyball, Música, Baile, Equitación, Natación y muchos más. El comedor, la biblioteca, y el campus.
—Y pues esta es la escuela —dije con una sonrisa— ahora los llevaré a sus salones.
Lleve a Smile, Angry y a Baji al salón 2-D, a Mitsuya y Draken los dejé en el 2-B, a Chifuyu y Mikey los dejé en el salón 2-A, que es el mío pero antes tengo que llevar a Takemichi a su salón.
—Buenos días sensei —dije abriendo la puerta del salón 1-A que es el de mi hermano y una sonrisa se asomó por mi cara.
—Buenos días señorita Hanagaki, que se le ofrece por aquí —dijo el profesor con una sonrisa.
