Debido al constante maltrato y abuso emocional sufrido por años de parte de su madre, Luz Noceda, de 17 años, se larga de la casa con la esperanza de comenzar de cero. Pero un inesperado imprevisto hace que ella termine atrapada en las islas hirvien...
"¿Me podrían explicar que es lo que acaba de suceder en el baño de mujeres?" preguntó Bump con un tono serio hacia Luz y Amity, quienes se encontraban sentadas en su oficina.
Las chicas presentaban en sus cuerpos signos de una pelea reciente. Luz tiene un ojo morado, labio superior partido, sangrado en la nariz, mientras se frota la nuca, siseando de dolor.
Amity, en cambio, posee múltiples arañazos en su cara, cuello y brazos, acompañado de varios moretones por doquier, y su cabello estaba hecho un completo desastre.
"¿Y bien?" preguntó nuevamente Bump. "¿No me van a responder?"
"Director, yo..."
HACE 6 HORAS...
Los pasillos de Hexside les daba la bienvenida a los estudiantes para un nuevo día de estudio. Algunos se mostraban contentos, otros se mostraban algo reacios.
Pero ninguno se comparaba con Amity.
Debido a su reputación, estaba acostumbrada a que los demás estudiantes le tuvieran miedo y respeto.
Ella siempre fue el centro de atención y siempre tuvo una multitud de estudiantes a su alrededor. Estudiantes que no querían enfadarla y meterse con ella, por lo que siempre trataban de ser sus amigos para poder sobrevivir.
Nadie podía compararse con Amity Blight, la mejor estudiante del instituto Hexside.
Nadie se atrevía a meterse con ella.
Nadie.
Pero entonces, apareció ese humano.
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Desde aquel duelo en la convención, que significó su humillante derrota, Amity esperó el momento indicado para poderse vengar.
Y para evitar que las noticias de su derrota se difundieran por toda las Islas, tuvo que sobornar a las personas que estuvieron en la convención bajo amenaza.
Bajo amenaza de "muerte".
Nunca, en un millón de años, podía darse el lujo de perder su estatus, porque significaría perder su lugar en la cima.
De todos modos, poseía una considerable ventaja: esto era las Islas Hirvientes, y no era un lugar para un simple humano.
Y si la lluvia ácida o el Conformatorio no se la llevaban, entonces lo haría ella misma. No iba a dejar que un simple ser humano la volviera a humillar delante de todos, no más. Incluso si perdía, en el proceso, a todo el cuerpo estudiantil.
La primera vez que sus ojos se encontraron la figura de la humana, fue en la entrada del instituto. Y, naturalmente, la había amenazado con hacerle daño si se metía en su camino.
