Lo primero que hizo Daniel al abrir los ojos fue recordar los últimos acontecimientos vividos. Thomas Fitzwarin había muerto. Su hermano, su mejor amigo ya no estaría a su lado nunca más. Se levantó de la cama con gran dificultad y el dolor del brazo lo obligó a sentarse de nuevo.
-No quiera usted correr antes de asegurarse de que puede andar. -Le dijo el Coronel Corbet acercándose a él. -Lleva un par de días inconsciente, en su ausencia la batalla finalizó y cambiamos de año. – Dijo intentando darle un tono alegre a la conversación. -El consejo se reunió hace unas horas, puede usted volver a casa y subirá de rango a suboficial por los servicios prestados y la lealtad que ha demostrado. Siento mucho su pérdida.
Daniel se despidió del Coronel y se prometió a si mismo ser fuerte. Puesto que, aunque, poco o más bien nada le importaban los reconocimientos y el haber vencido la batalla, todo ello le permitía volver a casa y comunicarles la trágica noticia a los Fitzwarin ¿Cómo demonios iba a hacer aquello? Sin olvidar que había prometido cuidar de Emma.
..................................
Gracias a la ayuda del Coronel, el 10 de enero se encontraba ante las puertas de la casa de invierno de los Fitzwarin. Daniel tomó aire muy lentamente y se dispuso a llamar. El mayordomo le indicó que esperara en el salón de visitas. Cuando el joven Swan recorrió con la mirada la estancia que tantas otras veces había compartido con su amigo el corazón se le acelero, pero ningún dolor se parecía al que vio reflejado en el semblante de Emma.
-Señor Swan... ¿Dígame que no es cierto? -Dijo casi en una súplica. -Padre dijo... yo no puedo creerlo dígame que no es verdad...
-Emma...-Sólo el pronunciar su nombre fue suficiente. El cuerpo de la joven perdió toda fuerza y terminó de rodillas sobre la alfombra. – Lo siento tanto...- Daniel no pudo contenerse y envolvió con su brazo sano a la hermana de su difunto amigo. Ambos se mantuvieron en silencio por un prolongado tiempo. Simplemente escuchaban la respiración del otro y sin palabras intentaban darse ánimos. -Todo es culpa mía...
-Daniel, no es culpa tuya. Mi hermano sabía muy bien dónde se metía. -La señorita Fitzwarin no sabía de dónde estaba sacando la fuerza para animar al joven Swan, pero tenía claro que ambos estaban padeciendo por igual. Thomas significaba lo mismo para los dos.
Daniel miró a la cara a la hermana de su mejor amigo y fue incapaz de decirle la verdad sobre los acontecimientos ocurridos aquella noche, no podía permitirse que Emma lo odiara, ella era todo lo que le quedaba de su buen y fiel hermano.
-Thomas me hizo prometer que te cuidaría, y no pienso romper mi palabra. No permitiré que te cases con el Conde de Ross. -Cuando la joven escuchó aquellas palabras no pudo contener el impulso de abrazar a Swan. El cual, tuvo que contener un alarido al sentir como presionaba su brazo herido.
-Te lo agradezco, pero no hay nada que puedas hacer. Padre se niega a hacer pública la muerte de Thomas para que yo no tenga que guardar el luto. Dice que la fecha de la boda no se moverá, me caso en una semana.
-No puede hacer eso. -En aquel instante los gritos inundaron el pasillo y los dos jóvenes se separaron antes de ser vistos por el Barón de Clinton.
-¡Cómo se atreve a pisar mi casa! -Cuando el señor Flizwarin ingresó en el salón de visitas fue directo a enfrentarse a Swan. -¡Por su culpa mi hijo está muerto! ¡Cómo vuelva a atreverse a acercarse siquiera a una de mis propiedades no dudaré en volarle la cabeza!
-Señor Fitzwarin, ya me retiro. -Se despidió respetuosamente Daniel. -Señorita Fitzwarin, haré todo lo que esté en mi mano.
Con aquella promesa el señor Swan se marchó de la casa. Al día siguiente el periódico publicaba el fallecimiento de Thomas Fitzwarin. La colera que mostró el Barón de Clinton al enterarse fue dirigida a la pobre Emma, la cual, huyó despavorida a su habitación. Por suerte, que la muerte de su hermano fuera de conocimiento público, retrasaría su boda un par de meses, otorgándole algo de tiempo para pensar en una solución.
Si Thomas Fitzwarin hubiera seguido con vida, quizás Emma habría llegado a aceptar su destino, pero ahora era incapaz de hacerlo. La única persona que la quería había muerto y ella no podía quedarse de brazos cruzados como si nada. Tampoco es que la joven tuviera opción alguna, desde que el señor Swan había publicado en los periódicos que el heredero del barón de Clinton había fallecido, el padre de Emma la había sido recluida en sus habitaciones.
-¿Querías luto y tiempo para llorar a tu hermano...? Pues lo tendrás. -Aquellas habían sido las palabras que le dirigió a su hija antes de ordenar que fuera encerrada en su estancia.
De aquello hacía ya dos semanas. Emma no se quejó de su situación, nunca lo había hecho y no comenzaría a hacerlo ahora. Sin embargo, esta vez era diferente. A lo largo de su vida había soportado todo lo que le venía sin rechistar, el anhelo de lograr que su padre estuviera orgulloso de ella, de cumplir con las obligaciones que su estatus le exigía y el pasar algún tiempo con su hermano, le habían parecido suficiente recompensa. No obstante, ahora ya nada de todo aquello parecía importante. Su padre le había demostrado que no la valoraba, convertirse en la correcta dama no le había salvado de tener un prometido horroroso y lo más doloroso de todo, su hermano ya no estaba.
No desear satisfacer los deseos de su padre era nuevo para ella y mucho más lo era intentar tomar las riendas de su destino. La señorita Fitzwarin tenía la mente hecha un lío. Los interrogantes y las posibles soluciones la mantenían en un estado de nerviosismo constante que le impedía conciliar el sueño. Había decidido que no se casaría con el señor Cleiton, pero no sabía cómo lograr romper el compromiso. Para una jovencita acostumbrada a ser sumisa y obedecer las órdenes sin jamás alzar la vista era muy difícil ser ella la que decidiera el futuro que tomaría su vida y más cuando esta parecía desmoronarse.
![](https://img.wattpad.com/cover/279457302-288-k620652.jpg)
ESTÁS LEYENDO
LAS RESPONSABILIDADES DE UNA DAMA
Ficción históricaCorría el año 1839, cuando una fría tarde de invierno la señorita Emma Fitzwarin llegó a este mundo. Cualquier cronista de su época consideraría que su historia no merece ser contada, al fin y al cabo, ¿por qué la historia de una mujer iba a merecer...