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Una llamada a la puerta de la suite de lujo del hotel de sidney despertó bruscamente a Kazutora.
Se cubrió ambos ojos con las manos protegiéndose de la luz que inundaba el dormitorio, se levantó de la cama se puso los jeans que había dejado sobre la silla, se sacudió el cabello con las manos y fue a abrir.

Camino a la puerta recordó el mail que le había enviado su hermanastro Wakasa, confirmándole que Keisuke pronto se comprometería con una persona que apenas conocía: Chifuyu Matsuno, el mismo que él deseaba en secreto desde hacia dos años.

Su estado de ánimo desde que había descubierto que Keisuke planeaba casarse con Chifuyu, estaba alterado. Todo le desagradaba, incluso de la decoración barroca de la habitación le molestaba, solo servían para recordarle que su origen no tenía nada que ver con todo aquello, tan ostentoso.

Cuando ya cruzaba la sala, oyó la puerta abrirse y vio entrar a Keisuke.
Diez años antes en Kabukicho, que alguien entrara de esa manera no se trataria de otra cosa más que de un asalto, pero estaba en Australia y aquel era uno de los hoteles de la cadena de lujo de su padre, Imaushi Group, y era lógico que Keisuke tuviera acceso a la suite.

–Podias haber llamado  –dijo Kazutora.
Keisuke  cerró la puerta y dejó la tarjeta de apertura en la mesa de entrada.

–He llamado, pero jamás respondiste. ¿Te acuerdas de Chifuyu?

–Te refieres a tu prometido? –el seductor tipo de ojos celestes con el que había estado a punto de pasar una noche de pasión hace 2 años–. Si, lo recuerdo.

–Todavia no se lo he pedido –dijo Keisuke congesto contrariado–. ¿Cómo te has enterado?

–Waka.

–Ah, Wakasa –respondió mirando a su alrededor con indiferencia.

Irritado, Kazutora fue hacia la cocina. Al pasar junto a un espejo de marco dorado, se vio reflejado en él: bronceado, debido a muchos días de playa, con un torso musculoso en el que se apreciaban varias cicatrices, un tigre tatuado del cuello hasta la clavícula derecha y con tres aros de plata en la oreja, vestigio de una juventud desaprovechada.
Todo lo contrario a sus dos hermanastros de belleza delicada, sin tatuajes, ni cicatrices.

Llenó un vaso con agua del refri y lo bebió lentamente. El frío líquido no logró ahogar los celos irracionales que lo invadían cada vez que pensaba en Keisuke y Chifuyu como pareja.

–No pensaba que Chifuyu fuera tu tipo –dijo dejando el vaso con firmeza sobre la mesada.

Por muy hermoso e interesante que fuera el principal diseñador de joyas de Sano Pearls, Kazutora sabía que Chifuyu también era un tipo calculador que estaba decidido a encontrar el marido perfecto.

2 años antes cuando se habían conocido en la cena anual de beneficencia de la asociación para niños sin hogar que él patrocinaba, había sospechado qué la aproximación de Chifuyu hacia un viejo rico no era sincera y acudió al rescate del inocente anciano.
Pero la situación había derivado de forma inesperada cuando él y Chifuyu habían acabado en un salón privado y él había caído en la tentación de besarlo. Un beso siguió a otro y el fuego que prendió entre ellos amenazó con calcinarlos.

De no haber sido interrumpidos por su anterior ayudante personal, podía haber cometido un terrible error.

Keisuke que lo había seguido a la cocina escribió un número de teléfono en una tarjeta y la dejó sobre la mesada.

—Chifuyu va a acompañarme al casamiento de Wakasa. Parto a Kyoto en unas horas y ya que estás aquí... —Keisuke frunció el ceño—. Por cierto, ¿no estabas en medio de unas negociaciones?

Desiré [Kazufuyu - Bajifuyu] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora