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Eddie Brock era un adulto que logró reconstruir su vida. Si, su prometida lo había dejado, si, perdió su exitoso programa y si, había perdido su linda casa, pero dentro de todo no le iba tan mal. Venom había entrado a su vida, consiguió trabajo en un periódico por escrito y el departamento actual no estaba tan mal una vez el vecino de al lado dejó de tocar la guitarra a las tantas de la madrugada.

Decidió concienzudamente enterrar los recuerdos del pasado en el fondo de su mente, casi olvidándolos, y Venom, sabiendo el dolor que los acompañaba, no rebuscó en ellos e incluso dejó de llamarlo "marica". Su relación era bastante estable y eso, en su gran mayoría, era posible gracias a que Brock era fácilmente adaptable y estacionario a la vez.

Una noche especialmente linda de otoño recibieron un llamado; un tipo en un bar de mala muerte quería que el periodista buscara a su padre ya que estaba causando una pelea. La respiración de Eddie se volvió extremadamente lenta y pesada, contrastando directamente con los frenéticos latidos de su corazón. No logró responder nada, demasiado contrariado como para encontrar su voz, por lo que el hombre al otro lado de la línea advirtió que, si no llegaba en veinte minutos, llamaría a la policía.

- No tienes porqué ir. Ese hombre merece la prisión.

Algunos minutos más pasaron cuando el hombre logró recomponerse y vestirse, decidido a ir y tenderle una mano al viejo. Las monjas siempre habían hablado de la importancia del perdón para sanar y seguir adelante, y él ya no era un niño asustado fantaseando con su madre muerta. Tenía sus buenos pelos en los huevos y un simbionte psicótico listo para protegerlo si era necesario, así que se presentaría en el bar y enfrentaría sus traumas cómo el adulto que, se supone, era.

- Venom - habló unas cuadras antes de llegar - este es un asunto mío, no quiero que te metas si no es absolutamente necesario ¿entiendes?

- No estamos de acuerdo con esto.

- Lo sé, pero igual vamos a hacerlo.

- ¿Por qué? Él nos hizo daño. No merece la pena.

- Bueno, si fuese así mamá no se hubiera casado ¿No crees?

Venom, tras un escueto "haremos lo que Eddie nos pida", enmudeció. El humano frenó para ver a su padre en la puerta del bar, escoltado por otros dos hombres mucho más grandotes que él. El viejo, a pesar de su edad, se mantenía bastante en forma. Mantenía la espalda ancha y recta exponiendo su altura a la totalidad, sus brazos ya no estaban musculados, pero se notaban gruesos y fuertes y, cuando clavo su furibunda mirada en él, Eddie podía jurar que no existía forma de ganarle en una pelea física. Se refugió en la sensación del simbionte retorciéndose en su pecho para tomar valentía, alzando la voz para indicarle a Carl que venía a buscarlo, ofreciéndole un casco que rechazó y suspirando entrecortadamente cuando se sentó en la parte trasera de su motocicleta.

Al llegar a la casa de su infancia, sin mediar palabra, le ofreció un vaso de agua a su padre y lo guió hasta la cama.

- Si ya te has hecho un hombre - la voz era mucho más rasposa de lo que Eddie recordaba, causándole desagradables escalofríos por toda la espina dorsal - puedes quedarte en tu viejo cuarto e irte en la mañana.

El más joven de los Brock, teniendo en cuenta que ya eran las 3:30 am y se sentía desfallecer por el sueño, aceptó sin pensárselo demasiado. La casa casi no había cambiado desde que huyó, a excepción de que las manchas de humedad ahora eran más grandes y todo estaba muchísimo más sucio que cuando él vivía allí. Su cuarto se había convertido en alguna clase de trastero, repleto de basura y cajas empolvadas, pero al menos la cama estaba lo suficientemente decente como para dormir en ella. Venom no replicó cuando Brock se sacó los zapatos y se acurrucó en su viejo y maltrecho colchón.

- Gracias y buenas noches, cariño

Le susurró a la par que se daba un suave beso en uno de sus nudillos, sabiendo que su huésped lo sentiría como una muestra de afecto hacia él.

Eddie Brock - VenomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora