Eddie Brock era un niño de 11 años caminando hacia su hogar. Lloroso, con el rostro golpeado y las rodillas raspadas, aguantaba los gritos furibundos que se acumulaban en su pecho. Llorar es de niñas, le habían dicho, y él no era una. Abrió la puerta de su casa encontrándosela vacía otra vez, arrastrándose desganado hasta su habitación para dejar la mochila y hacer la tarea.
Nunca había sido especialmente bueno en nada; no era como sus compañeros inteligentes que se sacaban puros 10 sin estudiar, no era como sus compañeros que se pasaban las horas de clase haciendo dibujos admirables en sus cuadernos, no era como sus compañeros deportistas que eran rápidos, ágiles y fuertes, y mucho menos era como sus compañeros encantadores que se pasaban los recreos rodeados de amigos de todas las edades y aulas. Eddie estaba sólo, en su casa mientras la música salía a todo volumen de los auriculares de aquel walkman, acostado en su cama y fantaseando con tener una mejor vida. Tarareaba las letras de las canciones que ya se sabía de memoria por no poder permitirse pagar otro casete, mientras su mente vagaba lejos del desastre que lo rodeaba.
Su habitación estaba completamente limpia y el sol se filtraba por su ventana anunciando una nueva mañana. Su madre, tras dos suaves golpecitos en la puerta, entró a despertarlo con una taza de chocolate caliente y una tierna sonrisa. Ella era guapa, alta y esbelta, con ojos tan azules como el mar. Se sentaba a su lado, acariciándole el cabello mientras hablaban de nada en específico. Su madre reía y lo abrazaba cariñosamente, le hacía cosquillas y luego le deseaba un buen día en el colegio. Pero entonces, un golpe como un sonido sordo se filtró entre sus auriculares.
Abrió los ojos descubriendo que la noche había llegado. Se levantó de su cama con cuidado, aferrado al martillo que guardaba en el cajón de la ropa interior, junto a la vieja fotografía. No era la primera vez que intentaban meterse a robar en su casa, y Eddie estaba dispuesto a defender su hogar siempre y cuando no haya una pistola de por medio. Caminaba lentamente, con cautela, escuchando los latidos acelerados de su propio corazón como una advertencia de que debía ocultarse y llorar por su vida. Agarró el picaporte metálico y empezó a girarlo lentamente para que no chirriara, cuando el grito de un borracho lo dejó estático en el lugar.
- ¡EDWARD! ¿DÓNDE MIERDA TE METISTE?
Eddie se asomó por la puerta viendo a su padre en el piso de la entrada, analizando la situación y planteándose qué debería hacer al respecto. El hombre intentó pararse un par de veces, siempre cayendo en el mismo lugar, con una botella de cerveza en una mano y luciendo sumamente mareado. Le dirigió la mirada, clavándole esos ojos obscuros que parecían arder en fuego vivo cada vez que se posaban sobre él, y su rostro se contorsionó de pura ira.
- ¡DEJA DE PERDER EL TIEMPO Y VEN A AYUDARME! – El pequeño obedeció a toda velocidad, soportando el peso del hombre para guiarlo hasta el sofá – Pendejo insolente mal agradecido del carajo ¡¿Cuál era tu idea?! ¿Quedarte ahí mirándome hasta el amanecer? – Eddie negó repetidas veces, aún en silencio – Eso seguro te hubiera gustado, maricón de mierda, ya estás cagado y ni siquiera te toqué.
La risa de su padre le resultaba profundamente desagradable al pequeño. Salía dificultosamente, forzando a sus pulmones deteriorados por el cigarrillo, mostrando una dentadura chueca y amarillenta mientras se le sacudían los hombros. Dio un paso hacia atrás, espantado por el desagradable olor a alcohol y tabaco que escapa de la boca del hombre, llamándole la atención.
- Oh, lo siento niño ¿mi alegría te molesta? – negó varias veces con los ojos bien abiertos, intentando enmendar su error - ¡HABLA MIERDA, QUE TU MADRE NO MURIÓ POR UN PUTO MUDO!
Antes de que el pequeño pueda reaccionar, la pesada mano se aferró a su brazo, tirando de él hasta hacerlo caer de rodillas en frente del hombre. Un puño fue a parar en su ya de por sí magullado rostro, causando un chillido de pánico ante la expectativa de un segundo golpe. Una risa y el agarre en su brazo se deslizó hasta las castañas hebras, tirando con fuerza y brusquedad.
- Lloriqueas como niña.
Levantó el rostro ajeno a la fuerza, observando el pánico en los ojos azul oscuro y una idea cruzó de forma fugaz por su borracho cerebro. Sonrió perversamente, enseñando cada uno de sus dientes podridos, y con el tono más suave y amable que su hijo escuchó jamás, casi pareció suplicar
- ¿Qué dices si le haces un favor a este viejo? - La sorpresa mezclada con la duda, provocó que el más joven asintiera sin pensarlo, la comprensión provocó un poderoso temblor mientras el hombre se abría la bragueta – Sé un buen niño, por tu padre.
Eddie odió el momento en que soltó el martillo, el momento en que ayudó al hombre a levantarse, el momento en el que no se había ido corriendo antes de que lo agarrara. Se dejó hacer, impulsado por el miedo y odiándose a sí mismo cada vez que el glande se hundía más profundo en su faringe. Deseaba morder y lastimar el miembro que llenaba de ese repulsivo sabor salado su boca, sin embargo, el agarre en sus cabellos era un constante recuerdo de la fuerza de su padre, de cuanto daño éste podría hacerle si así lo deseaba.
El miembro escupió la sustancia blancuzca con el peor sabor que Eddie haya probado nunca, provocándole arcadas únicamente por el asco. Sintiendo el espeso líquido pasar por su garganta y el agarre en su coronilla aflojarse, se aborreció a sí mismo, huyendo a encerrarse en su habitación, entre lágrimas e hipidos, haciéndose una bolita en el suelo, enfrente de la puerta cerrada, sin fuerzas para llegar a su cama.
Cerró los ojos mientras cantaba de forma entrecortada la melodía de una de sus canciones, volviendo al lado de su madre, dónde era recibido por cálidos abrazos y palabras de genuina preocupación.
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Eddie Brock - Venom
FanfictionEddie Brock era un niño con una familia particular. Su madre muerta tras su nacimiento y su padre culpándolo por éste accidente, enseñándole a muy temprana edad lo que es sentirse paralizado por el miedo. - Abuso infantil -Abuso sexual - Se centra m...