Eddie Brock era un adolescente de 15 años caminando hacia su hogar. Llevó la colilla de un nuevo cigarrillo a su boca y lo encendió, con el rostro golpeado y los nudillos al rojo vivo. Peleaba como una niña, le habían dicho, pero él seguía haciéndolo sin importarle perder y recibir la paliza de su vida. Entró a su casa encontrándose a su viejo mirando la TV, bebiendo como pozo sin fondo mientras lo ignoraba concienzudo. Se arrastró a su habitación y tiró la mochila a un lado de su cama.
Se puso los auriculares de su walkman, aquel por el que había ahorrado años y que nunca había sacado de casa por miedo a que se lo robaran. Ahora tenía por lo menos cuatro casetes de los que elegir, gracias a haberle robado dinero de los bolsillos al mayor de la casa. Eligio uno sin mirar y lo reprodujo a todo volumen, dejándose caer en su vieja cama.
El cuerpo le dolía a causa de los recientes golpes. Harto de recibir palizas por nada, había empezado a buscarlas él mismo. Seguía sin ser bueno en nada especifico, y su físico, a pesar de los pocos tatuajes que se había hecho, no ayudaba a darle la pinta de tipo rudo que deseaba. Apenas llegaba a la estatura promedio, delgado y escuálido, con los labios gruesos y, según algunos, bastante llorón.
No escuchó el golpe sordo esta vez, tampoco el grito furibundo ni los pasos pesados haciendo que la madera llorara debajo de aquellos pies. Logró ver a su padre por el rabillo del ojo, apollado contra el marco de la puerta, apenas permitiendo a la luz de la cocina filtrarse a través de su gigantesca figura. Suspiró, incorporándose lentamente mientras se sacaba los auriculares.
- Por favor, no...
Suplicó pues no le quedaban energías para nada más. El hombre no escuchó, posicionándose arriba suyo mientras una de sus manos reposaba sobre su garganta, ahorcándolo contra el colchón. Tantas peleas en las que se había metido, tantos golpes que había dado y recibido, y ninguna le había enseñado cómo superar el paralizante miedo que su padre le infundía, como defenderse del borracho que ahora metía su pene sin ninguna clase de cuidado en la cavidad ajena. Lloraba en silencio, ignorando lo más posible el dolor, dejándose hacer pues sabia que cualquier intento de librarse lo volvería todo mucho peor. Cerrando los ojos en un intento por transportarse al lado de su madre otra vez, sin embargo, ésta se encontraba cada vez más lejana, recordándole aún en sus fantasías que su vida real era una pila de pura mierda de la que no parecía tener escapatoria.
El hombre acabó y en lugar de irse sin mediar palabras, como lo había hecho tantas veces en el pasado, se rió de su propio hijo. Eddie tenia los ojos fuertemente cerrados mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, contenía patéticamente los hipidos mientras su cuerpo entero temblaba y rogaba al cielo que, si Dios era real, lo matara en ese mismo momento. La risa asfixiada del viejo llegó hasta sus oídos aumentando la humillación y angustia que se arremolinaba en su pecho, dejando escapar de sus labios el primer sollozo en años. Su pene descansaba, erecto por la reciente estimulación, sobre su pálido abdomen, el semen de su abusador se escurría entre sus muslos y la risa ajena no cesaba.
El odio a sí mismo y la ira le prendieron fuego la garganta, gritando mientras soltaba una patada directo al pecho de su desprevenido padre, tirándolo hacia atrás y provocando que se golpee la cabeza contra el suelo, lejos de su cama. Eddie se acomodó la ropa lo más rápido posible mientras el mayor seguía mareado en el suelo de madera. Con el walkman en una mano y la mochila sobre el hombro, salió corriendo del lugar sin ningún rumbo específico.
Corrió hasta que sus piernas cedieron y, exhausto, cayó sobre el suelo sin saber que hacer ahora.

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Eddie Brock - Venom
FanfictionEddie Brock era un niño con una familia particular. Su madre muerta tras su nacimiento y su padre culpándolo por éste accidente, enseñándole a muy temprana edad lo que es sentirse paralizado por el miedo. - Abuso infantil -Abuso sexual - Se centra m...