"Entiende que eres tú y siempre serás tú"

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Por alguna razón desconocida, Mack tenía una camioneta y sabía cómo manejarla. Supuestamente, su padre se la había regalado mientras estaba en Washington porqué le parecía ilógico que su hijo tuviese que esperar largas horas en una fila para subirse a un autobús, cuando él tenía la capacidad monetaria para tener de la mejor manera a su único hijo.

Salimos de la casa de Lilian ya casi con el ocaso encima. Ninguno tenía idea cómo era posible que nos hubiéramos demorado tanto allá adentro. Emma estaba algo inquieta porque le había prometido a su madre ser una chica ejemplar, «absurdo si se tiene en cuenta que es una fiesta de Lilian Parker, con drogas, sin reglas y mucho sexo». Había caminado hasta la camioneta negra de vidrios polarizados, con dos pies izquierdos, tambaleándose como si todavía estuviese ebria.

Siendo sincera se veía horrible, aunque preferí guardarme la opinión cuando me preguntó si se veía como drogadicta en abstinencia, por el contrario, le dije que tenía unas ojeras grandísimas, pero que probablemente con corrector se podían tapar y su madre no se enteraría de nada. Eso había sido una completa mentira.

La chica tenía el cabello más corto que la noche anterior, de hecho, tenía un corte en zigzag muy extraño. Las ojeras no eran solamente grandísimas, eran espantosas, jamás había visto esas ojeras en un humano, parecía que la hubieran golpeado hasta más no poder.

Los párpados estaban hinchados, más de lo normal y tenían un leve tono amoratado que me hacía seguir pensando que en serio alguien le había pegado. Los labios los tenía verdosos y secos, agrietados y rotos, tenía varios pedacitos de piel sueltos, como cueritos que se habían reventado por la presión. Su ropa era una mierda; su pantalón estaba roto en el trasero y dejaba ver la piel de sus glúteos, y lo peor es que también tenían un colorcito y unas marcas raras, como si la hubiesen pellizcado y era muy traumático imaginar a Emma siendo torturada sexualmente.

Por otro lado, la carterita la había dejado tirada con todos los dólares que nos habían dado nuestros padres, la había tenido Mack después de encontrarla entre las sillas de la barra, luego hablamos, luego pedimos el Jammie Dodger y luego bailamos, tiramos y ninguno sabía dónde carajos estaba el dinero.

―¿Y si estoy embarazada?

―¿No usaste nada de protección?

―No lo sé, ni siquiera recuerdo al tipo con el que desperté.

―¿No fue con el instagramer?

―Eww... no, ¿sabes cuánto le medía a ese tipo?

―Emma...

―Lo medí con mi dedo índice y son casi iguales de grandes. ―Comienza a examinar su dedo. ―Creo que mi dedo es más grueso.

Sale una carcajada de mi garganta.

―Hablo en serio, el tipo tenía una cara linda, pero de cara linda no pasaba.

―Emm, pobrecito.

―¡¿Pobrecito?!, yo soy de la que deberías sentir lástima, ¿sabes cómo me emocioné?

―Como sea, el problema es que...

―¡¿Qué le voy a decir a mi mamá?! ―interrumpe con un grito.

―Cálmate.

Aprieta el puente de su nariz mientras niega con la cabeza.

―Te puedo prestar algo de ropa.

―Eso no va a funcionar, ella sabe con cual ropa me fui.

­―Emm, solo quédate tranquila.

Mi novio y mi ex [En Pausa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora