En la cama de...

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Marcus no tarda mucho en acercarse a mi boca y hacer colisionar nuestros labios. Sus manos me recorren el cuerpo casi desnudo mientras bajan hasta lograr apretarme cada nalga. Involuntariamente mis piernas rodean su cintura, haciendo que mis pechos queden al alcance de su boca.

Marcus no duda un solo segundo para comenzar a lamer con perversa sutileza la unión de mis senos, generando que mis manos se enreden en su cabello y lo atraigan más a mí.

De alguna forma logramos llegar hasta el borde de la cama. Caigo de espalda sobre el colchón mientras Marcus sigue recorriendo mi piel con su lengua y sus manos, como si él también hubiese imaginado volver a estar así, sin ataduras y sin tener que controlarse cuando estamos cerca del otro.

Se separa un momento y se quita el hoodie negro que tenía puesto, dejándome ver por fin algunos de los tatuajes en sus brazos que una vez se hizo cuando teníamos diecisiete. Le quedaban tan bien y le daban un aire aún más oscuro y peligroso al que ya tenía por simplemente ser Marcus. Sus padres lo regañaron y lo castigaron por un mes, mes en el que no podía salir y obviamente no podíamos vernos, pero él no le hizo caso a eso. Desde la primera noche cumpliendo su sentencia, más o menos a las nueve, llegaba a la calle de mi casa y subía a mí ventana por una escalera que habíamos puesto. Afortunadamente, mi habitación nunca había quedado en la calle principal, así que cualquier cosa que ocurriera allí, no la iban a notar ni los vecinos.

Su nariz se hunde en mi cuello y siento su respiración mezclada con los movimientos de sus labios en mi clavícula. Sus dedos no dejan de hacer apretujones perfectos sobre mis pezones, lo que hace que se me escape un jadeo que por desgracia no pude contener.

Logro tirar del final de su camiseta, incitándolo a que se despoje de la prenda. Levanta los brazos para darme camino libre y que yo sea la que se la quite.

Finalmente, cuando su pecho hace contacto con las puntas de mis pezones, genera una electricidad deliciosa por todo mi cuerpo que se aloja por varios minutos en mi entrepierna.

Las puntas de su cabello rozan mi piel, sus manos palpan cada rincón descubierto de mi cuerpo y cuando pienso que el manoseo infernal de Marcus ha terminado, se separa de nuevo (solo un poco) y de un tirón fugaz me quita la última telita que cubría mi zona íntima.

Sus labios enrojecidos y húmedos a causa de los impecables besos con los que dejó un rastro por mi cuello y parte de mis senos, están entreabiertos como queriéndome decir que quiere más y que esos impulsos por tocarme, besarme y hacerme sentir así los había reprimido tanto tiempo como yo lo hice.

Sus pupilas más dilatadas que antes y un bulto que se nota a pesar del pantalón, me deja sin aire y mucho más mojada. Tanto así que ahora dudo que mi pantaleta se haya humedecido por el agua y no por mis propios fluidos.

⸺¿Estás segura, Ella? ⸺inquiere con voz ronca.

⸺Si no estuviera segura no te habría dejado hacer todo lo que hiciste.

Me levanto y me paro frente a él, así: desnuda, sin miedo, sin pena y sin ese temor que a veces tienes de ser rechazado, porque Marcus ya me dejó claro que mi idea de que todavía hay un poco de gusto por mí, «o quizás sea mucho» no estaba alejada a la realidad y quién diga lo contrario, puede venir y ver el grandioso y gigante bulto que oculta su pantalón.

Con un afán increíble, baja la cremallera de su pantalón y lo arroja a su lado, dejándome ver aún más marcada su erección. Mis manos se posan sobre su pecho y lo empujan para dejarlo sentado a los pies de la cama.

Me sitúo a horcajadas de él, con mis brazos alrededor de su cuello y de nuevo sintiendo sus labios sobre los míos. Nuestras lenguas por fin se encuentran y comienzo con algunos movimientos circulares sobre su bulto. Una leve mordidita en mi labio inferior vuelve a electrificarme, y de alguna forma la calentura se mezcla con los recuerdos de siempre de mi pasado con Marcus y... con Mack.

Mi novio y mi ex [En Pausa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora