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 El recuerdo de nuestro encuentro se haya algo borroso. Tampoco puedo calcular si fue hace años o si en realidad fueron días. Quizás fue en una avenida, puede que nos chocáramos mientras transitábamos.

No lo sé realmente.

El tiempo para mí se convirtió en algo lejano y efímero, desde que abrí mis ojos por sexta vez. Perdí el interés de contar las horas y los días, todo paso a un segundo plano.

Pero, algo dentro de mí, repite, que estuve frente a una transitada acera. Todos los que pasaban a mi lado, ignoraban mi presencia, mientras yo los observaba sin fijo interés en un banco. Siendo conscientes de los olores que emanaban otros.

Arrugué la nariz, y mis ganas de tomar una siesta regresan a mí cuerpo, así que decido complacerme, antes de que algún idiota quisiese molestarme. Estire mi torso y deje escapar de mi boca un largo bostezo.

Algo o, mejor dicho, alguien, detuvo todo lo que tenía planeado hacer, dejando mi mente en blanco.

Algunas veces me pregunté si solo aluciné con la imagen de un hermoso ángel frente a mí.

Pero, algo dentro de mí, me lo aseguró. La sensación al verlo y el efecto de explosión que surgió dentro de mí, fue la mejor evidencia, para saber que era real.

Que era él.

Bajé del banco y en cortos pasos me dirigí hacia el centro de la acera, siendo guiado por mis sentidos, que no me engañaron por primera vez. Y que mis agudos ojos conectaron con los suyos. Como hace tiempo no sucedía.

Uno.

Dos.

Tres... segundos fue lo que conté, para saber que aquellos azules ojazos me habían hipnotizado. Detrás de aquellas redondas gafas, se mantenían resguardados, como si fueran un hermoso tesoro.

Tres segundos, en los que analicé el movimiento de sus manos para acomodar la coleta de su largo cabello rubio, con su dedo índice subir el puente de sus lentes y de la nada una sonrisa escapa de sus labios.

Mi cuerpo se adormece con su imagen. Mis músculos no respondían, aun cuando mis neuronas mandaran impulsos nerviosos para que reaccionara, no ocurre.

Nuevamente, frente a mí, luce demasiado lindo y llamativo.

Y no me gustaría mentir. Después de tanto tiempo, a lo largo de este mundo, pensé que no lo volvería a ver, como sería lo normal.

Que sería un suceso que solo los afortunados podrían disfrutar al entregar nuevamente, a la primera persona que amo, su corazón.

Él estaba allí, pasando a mi lado, sin notar mi presencia, solo dejando su mezclada fragancia por el aire:

Flores de jazmín y limón.

Desee, ese momento, que me notaras, que supieras de mi presencia, que solo me dedicara una mirada. Y si lo hubiera hecho, notaria el gruñido que logre reprimir.

Tampoco sé si debo agradecer el enojo inicial o si debía enojarme más, ya que así logré recuperar la movilidad de mi cuerpo. Rápidamente me aleje, por mucho que quisiera sentir su aroma, sentirlo otra vez, estaría bien para mí. Solo que sería alguien extraño a sus ojos.

Dudo que se acuerde de mí y menos como soy ahora.

Luego de esconderme en el callejón más cercano, voltee hacia atrás para ver si lograba verlo, lo capte parado a tres metros de mí, frente a una repleta cafetería ya conocida por mí. Mantenía una de sus manos contra su pecho, a la altura de su corazón. Parecía conmocionado mientras mirada a su alrededor. Sonreí internamente.

Sus mofletes estaban sonrojados.

Todo de él gritaba adorable.

Lo vi mover su cabeza de un lado a otro, negándose algo para sí mismo, colocándose de vuelta aquellos extrañas y pequeñas cosas en sus orejas. Continuo su camino.

Yo, solo lo observe irse.

No dudo en llamarme cobarde, por el simple hecho de acercarme, y hablarle o al menos intentarlo.

¿Cómo decirle a un desconocido, que no habla tu idioma, que eres esa persona que el destino le plantó?

¿Qué palabras o acciones le dejarían en claro sobre nuestro destino?

Detengo mis pasos y desconozco donde me encuentro o en qué momento me alejo del callejón al que llamo hogar. Solo visualizo un charco de agua a tres pasos frente a mí.

Me acerco, notando mi reflejo, el cual no dudo en golpear con mi mano. Odiando cada una de mis facciones.

Odiando el ser que soy.

Alma gemela ˢᵃˢᵘⁿᵃʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora