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Cuando llega el amanecer no puedo evitar fijarme en este por la ancha ventana del departamento, como un extraño ritual que tomé desde que descubrí como eran las noches en vela en espera de una respuesta sincera de alguien a quien conozco desde que mi primera alma se asoció al mundo.

En espera de que no todo termine con un mal saber de boca para él, aun cuando frente a mí sea la misma persona de la que me enamoré, aun queda esa pequeña parte que empiezo a desconocer, esa que añora la presencia de alguien más para olvida lo que sería el silencio dentro de una habitación.

Ese Naruto, asustado de lo que lo rodea como un débil cachorro.

¿Qué ocurrió en todo este tiempo que ha estado viviendo?

¿Qué es eso que lo obliga a aferrase a alguien?

La mañana continua fría para una persona como él, lograr enfermarse le resulta mucho más fácil, pero aun no estoy en la posición como para regañarlo. Para ese rubio de ojos bonitos, mis aullidos solo suenan adorables, y no estoy en posición a discutir lo escuchado de su parte.

Con Naruto sobre el sofá de la sala en espera de él, como cada una de las noches. Sin siquiera tener una llamada de aviso. Todo lo que puede hacer mi único ángel es esperar a que solo apareciera por esa maldita puerta roja.

¿Cómo podrían tener una vida como esa mientras los secretos parecieran ser parte de su vida?

¿Cómo una relación como esa podría continuar?

Cuando lo único que parecen intercambiar entre ellos son falsas sonrisas y el olor amargo de la tristeza se extiende por el hogar, cuando el cariño entre ambos solo puede se mucho más haya de un contacto sexual.

¿Y qué podría decir yo?

Cuando las palabras se ahogan en mi garganta con un ronroneo, y no salen comprensible.

Naruto aun se sumerge en la poca oscuridad que queda en la pequeña habitación, acurrucado entre la gruesa manta, y dormita entre temblores de su cuerpo. No dudo en acercarme para verificar su temperatura. Después de todo, el hecho de que él se enferme solo empeoraría todo. No habría alguien que lo cuidara por completo.

Dejo que mi mano pase por su frente, y el calor a través de mis almohadillas me hace saber que tiene fiebre. Lo que más quería evitar. Naruto se remueve por mi tacto, dejando que su ronca voz al despertar hable, parece tener un limite en su eterna espera.

—Sabes, pequeño Sasuke... Itachi ya no volverá. No lo hará, Sasuke... él... él... de seguro estará con mi hermano.

Las lágrimas empiezan a ser parte de su rostro, mientras tiemblan, el ambiente vuelve a cambiar y el olor se convierte en mi peor enemigo.

—Él lo había prometido, gatito, pero sé me olvida que tan malo es con sus promesas —ríe. Incluso cuando tiembla producto al llanto, y se ahoga con sus lágrimas, aun con ese, Naruto ríe como si lo que ocurría en su vida fuera un muy más chiste.

Lo sé, pensé. Con el tiempo que he permanecido junto a ellos, las mentiras de Itachi son tan comunes, que nunca se pueden tomar sus palabras como ciertas. Naruto dejo de cuestionarlo desde hace mucho.

Quiero gritarle que lo deje. Que tome un camino distinto, sin embargo, aunque Naruto pareciera decidido a desparecer de su vida, a los segundos aquel agrio olor del miedo se desprende de él.

Sé que teme estar solo, pero es difícil saber que una relación donde amas de verdad. Odio entender eso, y saber que mi trabajo es esperar a que todo vaya al ritmo adecuado para él.

—¿Qué hacemos, cariño?

Alejémonos de él.

Acaricio su rostro con mis manos, no dudo en apegar mi mejilla con la suya, esperando una respuesta de su parte. Algunas lágrimas caen sobre mi pelaje, mientras una de sus manos me sostiene. Se levanta del sillón conmigo sobre su pecho.

Por lo que espero a que diga su siguiente acción.

—Es hora de irnos, cariño... es hora de decir adiós. 


Alma gemela ˢᵃˢᵘⁿᵃʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora