Ann:
Golpeo mi cabeza contra la pared, generando un golpe sordo que resuena en toda la habitación.
Todo está oscuro, tan oscuro que apenas puedo darme cuenta de si mis ojos se encuentran cerrados o abiertos.
No tengo idea de qué hora es, si ya amaneció o si sigue siendo de noche. No hay ninguna rendija por la que pueda atisbar un poco de luz y en la temperatura tampoco hubo algún cambio como para que pueda guiarme por ella y saber si ya ha salido el sol.
Me estoy congelando.
Suspiro y a pesar de no poder ver nada, estoy segura de que una gran cantidad de vaho ha salido de mi boca. Me remuevo en mi lugar, buscando una posición más cómoda en el piso duro y congelado en el cual llevo horas sentada.
—N-no es tan m-malo— me digo a mí misma, con los dientes castañeando. Abrazo con más fuerza mis rodillas, intentando buscar algo de calor—. He p-pasado peores co-osas. E-esto n-no es nada.
Además, terminé aquí porque así lo quise. Yo sola me lo gané.
Como si me hubieran entendido, las ratas comienzan a chillar en algún lugar de la habitación, como si se estuvieran burlando de mí, de mi desgracia y de mis fallas de ayer.
Estoy enloqueciendo.
Un chillido suena peligrosamente cerca de mí, pero no me muevo. Siento el cuerpo tan pesado y entumecido por el frío que apenas puedo realizar algún movimiento y si lo intentara, solo conseguiría que los músculos me duelan. Además, tampoco es que tema a esas cosas peludas que viven en las grietas de este mugriento calabozo.
He perdido mi temor hacia ellas hace mucho, mucho tiempo.
Mi estómago gruñe por el hambre y justo en ese momento, para mi suerte o mi desgracia, unos pasos lentos y pesados comienzan a descender por las escaleras.
Todo el cuerpo se me tensa y esbozo una mueca por el dolor cuando muevo mis músculos. Respiro hondo y en el momento en que los pasos se detienen frente a la puerta cerrada, hago un esfuerzo y enderezo la espalda con firmeza. Cruzo las piernas, al igual que mis brazos y miro con pereza en cuanto la puerta se abre.
Debo parpadear un par de veces para acostumbrarme a la luz y al hacerlo, enfoco a la persona indeseada.
De repente, toda esa seguridad fingida tiende a flaquear al ver a la persona que se encuentra parada en la entrada con una bandeja en las manos.
«Se suponía que volvería en un mes».
Sonríe y mi gesto se endurece.
—Me sentí decepcionado al llegar y descubrir que volvías a estar en este lugar.
Mi mandíbula empieza a doler cuando la tenso.
—Creí que ya habíamos superado la etapa de los fallos, Ann— reprocha, pronunciando mi nombre con burla—. La última vez hablamos sobre eso, ¿recuerdas? Sobre los errores y el día de ayer, tú, niña, cometiste un error garrafal.
Sacude la cabeza con pesar.
—El jefe no está nada feliz con la misión fallida de ayer y sabes lo que pasa cuando eso sucede, ¿no?
No respondo, en lugar de eso, me lo quedo viendo con aburrimiento. Odia cuando no le responden.
Su gesto se endurece.
—Te hice una pregunta, niña— su ceño se frunce cuando sigo sin abrir la boca—. Sabes las consecuencias cuando no haces lo que pido, así que vamos, responde. Te doy una oportunidad de hacerlo.
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INMORAL-[En Proceso]
Любовные романыNadie conoce su rostro, pero eso no evita que el mundo la tema. Luego de la muerte del líder de la mafia, Ann Dankworth se convierte en la primera mujer que gobierna la mafia americana. Con 24 años, es una de las mujeres más poderosas del mundo y na...