Capítulo 12: Nueva familia. Nueva esperanza.

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Eleine se despertó de golpe, y encontró a Grimm hablando con un Grimmario más bajito delante suyo. Este, viendo que se había despertado, giró la cabeza, y sonrió.

-Puedo observar que ya has sanado.

-S..sí -dijo la guardiana mientras se levantaba con dificultad- Aún me duele todo el cuerpo.

-Tranquila, es normal. Estuviste maravillosa batiéndote en duelo contra mí, aunque ambos somos conscientes de que el revés final no lo ejecutaste en condiciones óptimas.

Eleine estaba confundida. No recordaba con claridad lo que había pasado. Sólo cogió sus aguijones y... eso es, los aguijones. Tenían un aura extraña. Y... también se desmayó, se encontró a una versión suya, hecha de pesadillas... y luego su cuerpo no respondía, y... y... no recordaba nada.

Grimm podía interpretar el poema que se le había formado en la cara, simplemente prosiguió.

-Se te ha revelado. El corazón se te ha aparecido, has recibido ese don cómo portadora.

-¿Corazón? ¿El Corazón de la Pesadilla fué el causante de ese sueño tan extraño?

-Correcto. Es más, su influencia pudo venir guiadas por esa mejora en tus armas gemelas. ¿Las has notado algo extrañas últimamente?

-¿Mis armas gem...? ¡Mis aguijones! Claro, sí. Desde que me los entregó Pekko tienen un aura extraña. Noto un escalofrío cada vez que los empuño.

-Tienen energía procedente del Reino Pesadilla. Gracias a eso, el corazón logró abrir una conexión hacía tí, y se presentó en ese sueño. La forma en la que lo hizo es diferente en cada portador.

Entonces empezó a atar cabos. Esa Eleine que vió ¿Era el Corazón de la Pesadilla? Seguro que sí. ¿Ese sonido de latidos? También era él. Y ahora ¿Se suponía que tenía que ser la portadora del hijo de Grimm?

-Entonces... ¿Ahora tengo que cuidar a tu cría?

-Es correcto. De hecho, me disponía a entregártela en este preciso momento.

Grimm levantó una parte de su capa, y entonces asomó curiosa una cabeza pequeña de murciélago. Parecía tan tierna que casi no se podía pensar en lo que llegaría a ser.

-Tras finalizar nuestro encuentro bélico, mi pequeño ha sido alimentado con llamas, y ha crecido. Aún está aprendiendo a hablar, así que deberás enseñarle.

Eleine veía esa cría, y no podía ni imaginar que debía cuidarla. ¡Pero si no podía ni hablar!

-Grimm, no puedo. ¿Cómo quieres que me haga cargo de tu hijo? Es tu hijo. Es tu responsabilidad, y yo no puedo aceptarlo. No me veo capaz de cuidar a una cría.

-No me lo cuestiones, Eleine. No me agradaría tener que obligarte. La decisión no mana de mis pensamientos, más es completamente imprescindible tu labor cómo tutora del pequeño.

-Pero... pero... -Eleine quería negarlo, no podía hacerse cargo del pequeño. No le apetecía, y ni siquiera tenía experiencia con pequeños. Pero la cría le hizo cambiar de idea.

La miró a los ojos, y salió de debajo de la capa del maestro. Se empezó a frotar en su pecho, mientras intentaba decir "mami" aunque no supiera cómo hacerlo.

A Eleine se le paró el corazón ¿Cómo abandonar a ese pequeño?

-Hmmm, está bien. Cuidaré de este granuja. Pero si le pasa algo, es responsabilidad tuya. A veces deberás cuidarlo tú.

-Tienes mi palabra. Bien, os dejo para que os vayáis conociendo. Estrechad lazos madre-hijo, o lo que sea, me da igual. Cuándo estés recuperada, requeriré de tu presencia en mi carpa, así que ven hacía allí.

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