Míos.

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Ellos siempre lo supieron.

Sakura siempre supo que no querer compartir eran malo. Su mamá le había enseñado a prestar sus cosas, y le explicó varias veces que, aunque otro las tuviera, seguían siendo de ella, que solo era temporal.

A sus 5 años, se enorgullecía de poder decir que había aprendido perfectamente la lección, o bueno, casi perfectamente.

Estaban en el jardín de infantes, dónde compartía grado con Naruto y Sasuke. Ella sabía que sería su último año juntos, ya que el siguiente empezarían 6to grado y ellos irían a un colegio diferente al de ella.

Estaban jugando los tres tranquilos, como siempre hacían, hasta que llegaron algunos de sus amigos.

- ¿Quieren jugar a la familia? - dijo la pequeña rubia Ino Yamanaka, que prosiguió a colgarse del brazo del pequeño Uchiha- Yo puedo ser la esposa de Sasuke-kun-

- Suéltame- se quejó este, tratando de librarse del agarre. Odiaba que alguien que lo tocaran, excepto que se su familia, Naruto o Sakura, ellos si podían.

Sakura observo el brazo del chico atrapado entre los de su amiga, y sintió un cosquilleo en su pecho que le resultó muy incómodo. Se sentía molesta. Ellos ya habían acordado que se casarían, e Ino lo sabía, entonces ¿Porque se aferraba a él?

- Sasuke es mío- dijo entonces, frunciendo su rostro en una muñeca de enojo y disgusto, mientras tironeaba al morocho de su mano hasta que quedó al lado de ella. El Uchiha se dejó ser, estando más cómodo cerca de la pelirosa.

- No tiene que ser tan mala frente. Está bien, yo puedo ser la esposa de Sai-kun- dijo mientras se acercaba al otro niño que había permanecido callado hasta ese momento- Tú la de Sasuke-kun y....- miro al rededor, hasta posar su mirada celeste en los ojos perlas de una niña- Hinata-chan puede ser la de Naruto-

Ino creyó hacer solucionado el problema, pero ver de nuevo la mueca de enojo en el rostro de su amiga le dio a entender que no.

Sakura no entendía lo que le molestaba de esa situación. Era solo un juego, pero, de todas formas, no quería ver a Naruto cerca de Hinata.

-Naruto también es mío- finiquito entonces mientras hacía lo mismo que con Sasuke, y lo arrastraba a su lado, dejando a ambos chicos detrás de ella.

Quien entendiera lenguaje corporal, comprendería rápidamente lo que estaba haciendo la niña; una barrera, estaba haciendo una línea con su cuerpo, diciendo inconscientemente que nadie podría atravesarla, marcando un límite para proteger lo que creía propio.

Ambos niños agarrados por las manos de la pelirosa intercambiaron miradas y se encogieron de hombros, lo que sea que ella decidiera estaría bien para ellos.

Sakura, más cómoda ahora agarrando a ambos niños, accedió a jugar a la familia. Ella compraría todo con todos, nunca se quejaría, excepto que sea uno de sus futuros esposos.

Porque Sakura siempre supo que ellos eran de ella, su Naruto, su Sasuke, suyos y de nadie más.

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