𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧

Un lugar llamado casa

Cuando tu cuerpo no responde y quedas solo tu, ¿qué puedes hacer?, cuando las horas pasan en un instante, cuando quedas a la deriva, cuando estás a la suerte, cuando estás vulnerable como un recién nacido, cuando puede pasarte lo que sea ¿quien te cuida? ¿Dios?, ¿por qué estás tan seguro de ello?, ¿como sabes que Dios te esta mirando?, o siquiera, que existe. Sin duda confiar en un ser del que nunca vas a estar seguro el cual ni siquiera conoces me parece una aberración, ¿Cómo sabes que en todo caso el es bueno y que debería cuidarte?, solo porque eres su creación o "hijo", todo eso lo deducimos nosotros en base a nuestra moral pero el no tiene ninguna responsabilidad sobre nosotros, Dios no te está cuidando.

Me levanté con un dolor de cabeza, confundido y mareado, miré el vidrio lleno de nieve, ¿cuanto tiempo había pasado?, activé el parabrisas, era demasiado tarde ya, miré la hora en mi celular y habían pasado cuatro horas, ¿debería manejar?, me siento inseguro y ansioso, mis manos estaban frías y temblaban por la ansiedad, no quiero estar aquí, no quiero estar cerca del hotel donde abusaron de mi. Me estiré los pelos de la cabeza al no saber que hacer, quizás si manejo lento y moderadamente llegue bien a casa, pero, no quiero estar en casa, no.. no quiero estar en casa, no quiero estar solo. No tengo a absolutamente nadie, ¿a donde voy?, tampoco deseo contarle esto a nadie, sin duda no puedo dirigirme de esta forma sin que después no me pidan explicaciones. Mi corazón iba tan rapido que lo sentía en la boca, no puedo manejar así, debo esperar a calmarme antes de tomar alguna decisión.

Miraba los minutos pasar y trataba de respirar profundamente, la nieve seguía cayendo sobre el vidrio pero el parabrisas rápidamente lo sacaba , el interior de mi auto era cálido pero aun así yo tenia frió. Pasaron unos diez minutos hasta que por fin logré calmarme, seguía ansioso pero estaba mejor que antes al menos.

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Me sentia mas aliviado en aquella cafetería en la cual me encontraba tomando un té, de hecho no había nadie, estaba solo yo y la mesera ya que era muy tarde, de seguro ella se estaba preguntando que hacia un chico de secundaria a altas horas de la noche, su presencia me aliviaba, me hacia sentir acompañado aunque no supiera su nombre, no pretendía irme , no en algunas horas, pero me sentía muy cansado y los ojos se me dormían, pero aún así no quería irme. De seguro ella habrá pensado en llamar a mis padres, o a la policia por dejar a un menor solo, pero no le convenía meterse en cosas ajenas, después de todo solo la gente entrometida hace eso hoy en día o con de seguro no muy buenas intenciones.

Los ojos se me cerraban y mi cuerpo estaba agotado, podría dormirme sobre aquella misma mesa si pudiese, debería pagar e irme, a mi cama, a mi cama, pero no lo deseo ni tengo en mente eso. Quería dormir abrazado a alguien que me dijera que todo iba a estar bien incluso si no era así, yo nunca había sentido la necesidad de algo así hasta hoy. Yo era una mezcla de el abusador y a la vez el que protege, nunca era los dos a la vez ni el abusado, pero supongo que es verdad cuando dicen que el abusador para ser abusador primero tuvo que ser abusado.

Dejé los billetes sobre la mesa y me dispuse a irme, me levanté y empecé a caminar hacia la salida, me puse la capucha por la nieve y miré una ultima vez a la mesera la cual estaba barriendo, ella me miró de una manera preocupada y la vez juzgaste.

- buenas noches - fue lo único que dije para luego salir y sentir el viento helado chocar contra mi rostro.

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Y es que fue inevitable no llegar a casa, no quería, realmente odié hacerlo, ¿pero a donde mas podia ir?, afuera hacia demasiado frío, incluso podía llegar a ser peligroso.
Subí las escaleras y me metí al baño, tiré mi ropa al suelo y preparé la tina caliente, quizás esto era lo mejor que podía hacer en estos momentos, la forma en que me auto flagelaba solo por el hecho de llegar a casa y estar solo, era impresionante, a veces la soledad no es la que me maltrata, soy yo.