Capítulo III

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No era un chico que se consideraba como una persona ansiosa, más la espera de algún mínimo mensaje lo estaba matando. Sin embargo, cada vez que en su cabeza se reproducía una y otra vez el momento de darle a ese apuesto castaño el café con su número telefónico, se sentía muy avergonzado de haber realizado tal acto por culpa de sus impulsos; su rostro se tornaba de un leve rosa y se tallaba los ojos con el intento de olvidarse del recuerdo. Rara vez se sentía apenado, pues le gustaba tomar la iniciativa para entablar alguna nueva amistad. Con aquél chico del café fue diferente. ¿Le hablaría en cualquier momento o habrá tirado el vaso sin siquiera tener en cuenta de lo que le había escrito?

—No te llegarán las notificaciones de un segundo a otro, Chuuya.— Es lo que le dijo su hermana mayor cuando desayunaban y lo observaba revisar su teléfono a cada rato. Ella era mujer coqueta, de postura derecha y traje formal como toda una abogada; su cabello lo tenía peinado hacia un costado y su maquillaje natural le daba el toque de seriedad. 

—Debe estar esperando el mensaje de su novia.— Supuso la adolescente situada a su lado que hasta ese momento estaba terminando su café en silencio. Su largo cabello azabache lo mantenía peinado con dos coletas bajas que le cubrían las orejas; vestía el uniforme típico de la preparatoria en el que asistía y sostenía en su regazo su mochila en forma de conejo, la cual para Chuuya le parecía bastante infantil.

—Uh~ ¿Tienes novia, Chuuya?~— Quiso saber la mayor con una pícara sonrisa dibujada en sus labios color carmesí, mientras dejaba la taza sobre la mesa.

—Sabes que no quiero ninguna novia después de lo que pasó con Mizuki... y las otras anteriores— Le recordó él con un mohín de desagrado.

—¿Novio entonces?~

Se sonrojó ante tal interrogación haciendo que ambas féminas, madre e hija, lo observaran con sorpresa.

—¡¿Tienes novio?!— Exclamó la pelirroja. —¡¿Por qué no lo dijiste antes?!

—¡Porque no tengo, anee-san!

Entre la discusión de sus mayores,  la colegiala se levantó de la mesa a la vez que guardaba su teléfono en su mochila y anunció:

—Iré a la escuela.

—La universidad queda de camino a tu escuela, puedo llevarte.— Se ofreció Chuuya sonriendo.

—De acuerdo. Pero no comiences a pelear con otras personas por no darte el paso.

El pelirrojo rodó los ojos y, luego de tomar sus cosas, salió de la casa con su sobrina.

El silencioso momento de estudio de un grupo de jóvenes estudiantes de ingeniería, ubicados en el patio delantero de la universidad, se vio interrumpido por el ruidoso motor de una motocicleta roja y negra que llegaba llamando la atención de todos...

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El silencioso momento de estudio de un grupo de jóvenes estudiantes de ingeniería, ubicados en el patio delantero de la universidad, se vio interrumpido por el ruidoso motor de una motocicleta roja y negra que llegaba llamando la atención de todos los que se encontraban ahí. Los chillidos de algunas chicas no tardaron en escucharse cuando el conductor se quitó el casco, dejando al descubierto su hermoso rostro de un mestizaje entre japonés e inglés. Con una de sus manos se llevaba el cabello pelirrojo hacia atrás mientras se bajaba del vehículo, al cual le colocó la cadena para tenerla asegurada.

The coffee boy | Soukoku AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora