Capítulo 1.

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¡Hola! Bueno, esta parte de la historia será narrada por alguien que será trascendental para la historia, su nombre es Simon, pero se pronuncia como "Saimon", es decir, de la forma inglesa.

¿Alguna vez han sentido ese horrible sentimiento que muchos llaman amor? Sí, esa mierda, es un asco. Muchos dicen que es uno de los sentimientos más hermosos que hay, y sí, puede que lo sea solo en su momento y cuando es correspondido, cuando todo es amor y felicidad, cuando se puede salir por ahí al parque de la mano con tu pareja y que el resto del mundo se esfume completamente, que solo estén tu pareja y tú disfrutando de ese momento ¿Hay algo mejor que ese momento?...

Pero esa es solo una parte de la escena, en otra parte del escenario nos encontramos la gente como yo, los que vamos al parque de los novios totalmente solos, resentidos, a ver a los demás enamorados viéndose mutuamente como idiotas, los que vamos a espantar a las palomas para que salgan volando y caguen a los enamorados, sí, ese soy yo, un resentido más en este mundo estúpido y cruel, todo por un chico que me enamoró para luego dejarme con la excusa de ser cura, y que justo ahora acabo de ver comiéndose a besos a una chica, un chico con el que me abrí a dimensiones altamente peligrosas. Un consejo aunque ni me lo pidan: JAMÁS SE ENAMOREN.

Es increíble cómo pueden llegar a afectarnos los sentimientos. Siempre era de los que decía Jamás me enamoraré de nadie porque el amor no existe. Joder, pues vaya que existe. Existe y me afectó a mí. Es como una enfermedad, aunque no la desees no sabes si te dará o no, y si te da no lo sabes hasta cuándo ya estás enfermo.

En fin. Era un lindo día, demasiado lindo para mi estado de ánimo. Estaba sentado en una banca del parque nacional viendo los cisnes nadar y a los idiotas enamorados echándoles comida aunque estuviera prohibido. Estaba escuchando mi playlist de música triste, de esas que cuando escuchas su primera estrofa ya tienes ganas de cortarte las venas. Una leve oleada de viento fresco golpeó mi rostro y cerré los ojos inhalando profundamente para intentar relajarme.

En realidad sentí que podría tener un momento perfecto, me estaba convenciendo de eso hasta que sentí un tirón de mis orejas y vi a un tipo corriendo con nada menos que mi celular en sus manos. Me tomó al menos tres segundos reaccionar, salí corriendo tras él pero era mucho más rápido que yo, eso me pasaba por no hacer ejercicio.

Era increíble que con tantas personas en el parque nadie hubiera notado que corría tras alguien que me había robado. Pese a mi poca rapidez con las piernas, podía decir que tenía una buena vista y aún veía al ladrón, y eso que iba un par de hectómetros por delante mío. Entonces por alguna señal bien sea de Dios, Allah, Buda, o simplemente el destino,un chico se tropezó con él y no sé cómo, pero supo que había robado algo, eso me dio de alguna forma más ánimos y corrí más rápido.

Me faltaban aún unos treinta metros cuando vi que el ladrón me señalaba y salía corriendo, no sin antes entregarle el dispositivo al chico. Llegué frente a mi héroe y... Definitivamente era un ángel de Dios, la perfección encarnada, podría ser un guerrero del ser sobrenatural y creador de todas las cosas que solían enseñarme en la escuela o bien podría ser la manzana del árbol prohibido del Edén. Esos ojos grises con rededor ámbar, esos labios rosados y carnosos, ese cabello de rulos perfectos, esa piel morena que contrastaba tan bien con esos ojos. No había notado que casi babeaba hasta que se aclaró la garganta ruidosamente. Lo miré un poco avergonzado.

—No quiero sonar egocéntrico, pero ¿Ya has terminado de violarme con la mirada?

¡Esa voz! Estaba al punto del colapso, esa voz grave y varonil.

—Perdón.

—No pasa nada —me aseguró con una sonrisa, vaya sonrisa—. Supongo que este es tu teléfono, ¿No?

Rompecorazones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora