Capítulo 4.

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Philippe.

- Buenos días -dije en un canturreo mientras pasaba mi pulgar por su rostro de nuevo-. Despierta ya.

- No me jodas, ¿No me dejaste dormir en toda la noche y ahora me quieres levantar?

- Yo no fui el que quiso tener una noche tan... productiva.

Se quitó la almohada de la cara y me miró seriamente.

- ¿Ahora me dirás que no lo quisiste? 

- Es decir, sí lo quise pero...

- Pero nada. Déjame dormir.

Se volvió a tapar la cara con la almohada y se dio la vuelta.

- Elizabeth se pondrá de mal humor si le rechazas el desayuno tan rico que nos preparó.

Se volvió hacia mí y me volvió a mirar a los ojos.

- Vale, por comida sí me levanto.

Se levantó de un saltito y estuvo a punto de salir de la habitación cuando notó que yo no lo seguía, sino que lo miraba con una sonrisa torcida.

- ¿Qué miras? Vamos.

- ¿Vas a ir a comer ya?

- Obvio -chilló-. ¿Sino para qué me levanté?

- Digo... ¿Así?

Señalé su cuerpo y reprimí una risa... O al menos lo intenté porque al instante solté una carcajada al ver su cara.

- ¡Agh! Idiota -se fue rápido a algún rincón de la habitación buscando- ¿Enserio ibas a dejar que saliera desnudo de la habitación?

- Claro que no. Te avisé antes de que mi hermana te viera así. 

Él solo se puso rápido sus pantalones en cuanto los encontró y salió de la habitación sin decirme nada.

Cuando entré en la cocina el olor a maple entró en mis fosas nasales y se me hizo agua la boca.

Elizabeth estaba dándonos la espalda a Simon, que estaba sentado en un taburete de la barra, y a mí. 

- Buenos días -saludé-. Uhm, que rico huele.

Me acerqué  a donde estaba mi hermana e intenté sacar un waffle pero ella me espantó dándome un golpe en la mano y cogió un cuchillo. No miento cuando digo que mi hermana es peligrosa.

- ¡ALÉJATE DE AQUÍ INMEDIATAMENTE! -me reprochó en un grito que hasta en el Buckingham Palace se habrá escuchado.

Perdón,  Su Majestad,  mi hermana es medio loca. Pero le juro que yo no soy así. 

- ¡Y TÚ! -prosiguió apuntando con el cuchillo ahora hacia Simon- Confié en ti. Me dijiste que no usara los audífonos y ahora estoy traumada.

Ah, eso era...

- Yo... -el pobre Simon no sabía ni qué decir y me miró en busca de ayuda, así que decidí ayudarlo.

- Tienes razón,  Elizabeth -intervine-. Yo también quedé traumado. ¿Sabes? Sé que estoy bien dotado, pero aun así  Simon es bastante... intenso.

Evité con mucho éxito una gran carcajada cuando vi que Simon me miraba con confusión.

- ¿Intenso? No, intenso no. Ruidoso es lo que es -se volvió  hacia sus preparaciones-. Y ni crean que les estoy cocinando a ustedes, solo hago para mì. 

- Lo siento hermana, mi cocina, mi comida.

Al final de un largo discurso sobre ser mas respetuosos con los que estaban en las demás habitaciones, nos dio a cada uno de a dos waffles pero no nos dejó maple, era mala a veces. 

Rompecorazones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora