4. Tóxica

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MALCOLM

Siempre he creído en la libertad, nunca había estado en mis planes atarme a un matrimonio, pero las cosas deben replantearse si hay intereses de por medio.

Cuándo entré a trabajar en Mirza yo no era más que otro empleado con un salario promedio, y yo no quería ser del promedio, quería más, lo quería todo.

Obstáculo: Bárbara Vilchez.

La gerente del lugar. Esa rubia de ojos entre verdes y azules, no se podía ignorar la belleza de la mujer, cosa que me ponía más furioso, porque entonces esa era la razón por la que estaba como jefa de planta.

Intenté, de verdad intenté que la echaran, no se logró, todos en la maldita empresa la adoraban, la amaban, y yo realmente no la soportaba, ella tenía lo que yo quería.

Así que cuando el plan "A" no funciona, tomas el "B".

Fue entonces que decidí un día chocar intencionalmente con Bárbara, haciendo que sus papeles salieran volando. Como todo príncipe con armadura, la sostuve para que no cayera, puse mis ojos en los suyos y le vi... ¿Olfatearme? Sonreí mostrando una perfecta hilera de dientes y ella solo me devolvió una sonrisa de boca cerrada, era más bonita cuando la veías así de cerca. Le ayudé a levantar sus carpetas al tiempo que me disculpaba por ser tan distraído, Bárbara me respondía que no había problema alguno. Listo, estaba en el bolsillo.

—Te acompaño a tu oficina. —Le ofrecí y asintió, yo cargaba con las carpetas y Bárbara solo jugueteaba con los dedos de sus manos, nerviosa.

—¿Cómo te llamas? —Preguntó alegre. Ella no tenía idea de mi existencia y yo que arremetía cada que se podía contra su trabajo.

—Malcolm —respondí—. Mucho gusto, Bárbara. —Le guiñé un ojo y en respuesta abrió su boca con sorpresa. A las mujeres les gusta saber que uno se interesa en ellas aunque no nos conozcan, que llaman nuestra atención lo suficiente como para saber sus nombres o cualquier cosa sobre ellas.

Bárbara era la jefa, sin embargo, no se relacionaba en el área donde yo estaba, solo lo hacía con mi superior, del cual ella era superior de él.

—¿Eres nuevo? —Siguió con las preguntas.

—Tengo un par de meses —hablé—. ¿Tú?

—Un par de años —Contestó al tiempo que abrió la puerta de su oficina.

Dejé caer las carpetas en su escritorio, rasqué mi cabello fingiendo nerviosismo, ella me dio una mirada ingenua y después me despedí.

—Nos vemos luego. —Bajé la mirada y la vi sonreír.

—Claro. —Respondió. Alcé mi mano y la agité a modo de despedida, hizo lo mismo y salí de ahí.

Al siguiente día, le llevé un chocolate a su oficina, con la excusa de disculparme por lo que había pasado el día anterior, Bárbara lo aceptó gustosa y yo supe que ya la tenía en el bolsillo.

Este nuevo plan, iba mucho mejor que el primero, un mes después, hice que corrieran a mi superior, siendo yo quien ascendió de puesto.

¿Algo peor que mi novia fuera mi jefa?

La burla de mis compañeros ante el hecho, ellos no me decían nada, pero podía ver la diversión en sus ojos, escuchar los cuchicheos cada vez que yo pasaba al lado de ellos.

¿Algo aún peor?

Las chicas de la empresa no querían ni verme por miedo a que la gerente se enterara, así que llevaba meses en los que tenía que conformarme solo con Bárbara.

Deseo Inmoral [Disponible En Librerías] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora