6. Amnesia

52.1K 3.8K 1.1K
                                    

BÁRBARA

—¡¿Alessandro?! —Repite la voz femenina. Me giro, dándole la espalda, tratando de controlar mi acelerada respiración.

¿Qué carajos estaba a punto de hacer?

—¡Hijo! —La voz es mucho más cercana—. ¡Aquí estás!

—Madre —Responde Alessandro. Escucho como alguien truena un par de besos y puedo jurar que es la mujer.

—¿Qué hacías aquí escondido? —Cuestiona y escucho a Alessandro carraspear la garganta.

—Estaba por comer. —Contesta y siento como la cara entera se me enciende. Su plato ya luce vacío.

—Lamento la interrupción. —Se disculpa la mujer y decido dar la cara, avanzo un par de pasos y los ojos de la mujer rubia con ojos castaños se posan en mí.

—¡Oh! —Expresa.

—Mucho gusto. —Extiendo la mano, ella junta las cejas y niega con la cabeza, provocando que los nervios me invadan.

—¿Qué es ese saludo? Ven acá. —Apoya sus manos en mis hombros y deja un par de besos en mis mejillas.

—Madre, ella es Bianca.

—Bárbara. —Rectifico molesta.

—Eso, Bárbara —dice restándole total importancia a su equivocación—. Bárbara, ella es Leonor, mi madre.

—Un placer, linda. —Me regala una enorme sonrisa. Se ve de unos cincuenta años, lleva un traje de sastre, es una señora de figura estilizada y sin arruga alguna en el rostro, lleva una manicura perfecta y usa perfume N°5 de Chanel, si mi olfato no me falla.

—Es mi nueva empleada, asistente, y esposa de Malcolm. —Dice esto último con rapidez y apenas audible.

—¿Qué? —Pregunta Leonor.

—Soy la esposa de Malcolm, amigo de su hijo. —Explico.

—¡Ah! —Juraría ver decepción en su rostro, pero eleva una sonrisa—. Creí que... ¡Olvídenlo! Que bella esposa consiguió ese muchacho, se ha sacado la lotería. —Alzo la comisura de mis labios, escuchar ese tipo de comentarios siempre anima.

—Bienvenida al pueblo, cualquier cosa que llegues a...

—¿Qué necesitas? —Interrumpe Alessandro.

—Muchas gracias, señora Leonor —agradezco el gesto—, los dejo solos.

—Linda chica —mueve ligeramente su mano hacia abajo en un ademán elegante—. Espero que estando contigo mi hijo aprenda un poco de modales, ya que en casi 30 años me fue imposible...

—Mamá. —Le gruñe su hijo.

—Lo he notado —siseo en respuesta—, solo para ella.

—Bárbara... —Me regaña Alessandro.

—Con su permiso. —Salgo del comedor y escucho decir a Leonor:

—Es muy simpática, me cae bien.

—Tengo trabajo... —Responde Alessandro, y no logro oír más.

Voy al sanitario, ahí me encierro y sin importar que arruine mi maquillaje mojo un poco mi cara, con un pañuelo desechable palpo despacio y con cuidado mi rostro.

—¡Mierda, mierda, mierda! —Repito una y otra vez.

¿En qué carajos estaba pensando?

Alessandro iba a besarme y lo malo de eso, no era su acción si no el hecho de que yo iba a corresponderle.

Deseo Inmoral [Disponible En Librerías] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora