BÁRBARA
—¿De verdad te parece buena idea? —Le pregunto a Malcolm, quien sigue tendido en la cama con sus manos en la nuca. Me siento al borde de la cama y meto uno de mis pies en las medias negras.
—Por supuesto cariño, no te mereces estar aquí encerrada todo el tiempo. —Responde en un tono dulce. Es tan lindo. Me pongo de pie y dejo el elástico de la delicada tela negra en la cintura.
—Temo no caerle bien. —Confieso.
—Tranquila, que sin importar que tan torpe seas, te quedarás —junto las cejas y volteo a darle una rápida mirada—, es mi amigo y no va a rechazarte.
—Yo no soy torpe —me defiendo—. ¿Sí lo fuera por qué me recomendarías? —pregunto y Malcolm suelta una risilla, imagino que solo bromeaba. Camino al armario donde rebusco entre las prendas y doy una falda negra de tubo que me llega poco arriba de la rodilla, me la coloco y queda sobre el elástico de las medias.
Camino un par de pasos al inicio del armario, dónde tengo la ropa en tonos claros, quito del gancho la blusa blanca de satín que tiene un par de tiras largas que caen por la clavícula, armo un moño con ellas. Bajo con cuidado y saco mis tacones negros, me los calzo y me dirijo a mi esposo.
—¿Qué tal me veo? —Pregunto con una enorme sonrisa.
—Bien. —Responde y mis labios caen.
—¿Solo bien? —Cuestiono insegura y bajo mis ojos de mis pechos a los pies.
—¿Qué te digo, cariño? —se alza de hombros—. Estás bien. —Se disculpa con la mirada y bajo con vergüenza los ojos. Me apresuro al espejo y me visualizo.
Mis ojos están resaltados en sombras oscuras y ahumadas, quizá están muy cargadas, tomo una toallita desmaquillante, la poso sobre mis párpados, me limpio un poco el maquillaje, dándole un aspecto más natural. Me deshago del tono rosado de mis labios y agrego solo brillo labial transparente, me veo más joven, pero no me gusta tanto.
—¿Así está mejor? —Me giro a ver a Malcolm mientras muerdo mi labio. Responde con una mueca.
—Ya no te ves tan mal. —Ladea la cabeza, agrando mis ojos y me entran unas ganas inmensas de llorar, golpeteo el pie contra el suelo, entrando en duda si de verdad he descuidado tanto mi aspecto.
—¿Tan mal? —pregunto con el agua estancada en mis ojos.
—¿Para qué me preguntas si te vas a enojar? —Se molesta cruzando los brazos en su pecho y me vuelvo al espejo—. ¿Ya tienes líneas en las esquinas de los ojos?
—¡¿Qué?! —pregunto exaltada y pego más mi rostro al vidrio, no veo nada, pero quizá solo yo no las note, tal vez me ciego y no me veo como realmente soy.
—Total, ya vete así que se te está haciendo tarde —dice mi esposo viendo su reloj, me giro al ver al mío y es cierto—. ¿Estás loca? —cuestiona y no entiendo de qué habla—. No puedes llevar ese reloj, aquí la gente no puede darse esos lujos, Bárbara, no seas presuntuosa —veo de nuevo mi muñeca, el oro brilla, el diamante reluce—. La otra es que te arranquen la mano para obtenerlo. —Bufo y me dirijo al alhajero, me quito el Rolex y doy un largo suspiro mientras me pongo un simple reloj de correa color negro que va con mi atuendo.
Verifico que la coleta de mi cabello esté en orden, saco dos ligeros mechones del frente y siento que eso me hace ver un poco mejor, ya que cubre un poco mi rostro, el que al parecer ya luce arrugado.
—Me voy. —Tomo mi teléfono de la mesa de noche, y siento que Malcolm me jala de la muñeca, me hace tambalear y me sujeta de la cintura, haciendo que caiga sentada a su lado. Me da un beso que no recibo, pero tampoco rechazo.
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Deseo Inmoral [Disponible En Librerías]
RomansaHay un dicho popular que dice: "Mientras miras a otra mujer, alguien acecha a la tuya". Eso nunca lo pensó Malcolm. Un hombre cansado de estar cada noche con la misma mujer. Cuando recibió un ascenso en su empleo, también ascendió su popularidad ent...