BÁRBARA
-¿No es bonita? -pregunta Malcolm. Mi cara tiene una mueca y mi nariz está arrugada, siento el peso del brazo de mi esposo en los hombros y pestañeo un par de veces antes de responder.
-Sí -digo tratando de sonar lo más sincera posible y al parecer lo cree.
Frente a mí tengo una casa con fachada color vino tinto. Tiene una puerta de hierro en el lado izquierdo y un amplio portón color negro, el cual, estoy rogando que sea eléctrico porque se ve bastante pesado. No sé puede ver mucho hacia adentro, a pesar de las delgadas rendijas que hay en la gruesa lámina.
Malcolm deja un beso en mi mejilla y procede a soltarme, se dirige a la esquina del portón y mete llave, después procede a empujar hacia arriba con fuerza.
-No es eléctrico. -Dice con tono de disculpa. Hago como que le echo un vistazo a la cochera, llevo la mano a mi frente y bajo la cabeza, evitando que vea la frustración en mi rostro. Una vez que vuelve al coche para dejarlo estacionado en la cochera, regresa conmigo.
Seguimos avanzando a la puerta que da al interior de la casa con nuestras manos unidas al caminar y cuando estamos a dos pasos de entrar, subo el par de escalones que están en la entrada, mi esposo vuelve a meter llave en la perilla y abre. Yo me quedo un momento observando el sitio desde afuera, hay un par de ventanas de tamaño normal al lado de la puerta, de cortinas hay sábanas de cama, lo que me impide ver dentro.
-Te juro que adentro está mejor. -Malcolm me saca de mis pensamientos, bajo un poco mi cabeza y rasco detrás de mi oreja con nerviosismo, le regalo una sonrisa tranquilizadora para que no se sienta mal.
Asomo primero la cabeza y escondo mis labios entre los dientes para que no sea visible mi decepción.
No me gusta. Hablo internamente.
El par de sillones son negros, es una sala esquinera y desde aquí logro ver algunas grietas en ellos. Hay un librero viejo que tiene varias repisas colgando.
-Este es el primer baño -cierra la puerta de la entrada y abre una puerta pegada a la pared. Con sutileza llevo mis dedos a la nariz, tapando un poco mis fosas nasales porque un mal olor sale de ahí. Suelto un suspiro, tragándome el enojo.
Prometió que tendría todo listo. En fin, me calmo porque simplemente no quiero pelear ahora que falta poco para que salga de viaje.
Extiendo lo más que puedo una sonrisa, pero decido no acercarme al sanitario, así que avanzo por el pasillo, veo las escaleras que llevan a la planta alta y justo al lado está el comedor cuadrado de vieja madera, un par de sillas están sin asiento y...
-No quise mandarlas a arreglar -habla a mi espalda, dándose cuenta que observo los imperfectos-. Solo somos tú y yo, ¿para qué invierto arreglando algo qué no se usará? -Empuño las manos y no le doy la cara, solo hago un medio giro y veo la pequeña cocina. Hay un refrigerador viejo, que por lo que veo, no hace hielitos. No hay barra desayunadora, no hay alacena, solo un par de gabinetes en lo alto.
-¿Crees que me puedas depositar ya la renta de la casa para mandar a arreglar esta? -Pregunto. Me acerco de nuevo al comedor, apoyo mis manos hacia atrás en la mesa.
-Ya te dije que tengo problemas con mi banca... -Se excusa.
-Estaría bien que fueras al banco, saques el efectivo y me lo entregues, porque quiero hacer arreglos aquí -Digo paseando la mirada por mi nuevo hogar.
-¿Siempre tienes que tener el control de todo? ¿No es cierto? -Cuestiona con molestia. Arrugo las cejas, confundida con sus palabras. Antes no le pedía, porque hasta ayer la que manejaba mi dinero, era yo misma.
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Deseo Inmoral [Disponible En Librerías]
RomanceHay un dicho popular que dice: "Mientras miras a otra mujer, alguien acecha a la tuya". Eso nunca lo pensó Malcolm. Un hombre cansado de estar cada noche con la misma mujer. Cuando recibió un ascenso en su empleo, también ascendió su popularidad ent...